El Repilo en el olivo

También llamado “vivillo” o “ull de gall” dependiendo de la zona española en que nos encontremos.
Tradicionalmente se considera la enfermedad más importante del cultivo del olivo en España, provocando perdidas que superan el 6%, debido principalmente a la perdida de la hoja del árbol, lo que conlleva una disminución en la producción.
Esta enfermedad afecta en toda España, sin distinción de variedades, aunque existen unas más sensibles que otras.

Síntomas

El principal síntoma y más característico de la enfermedad es la presencia de unas manchas de color marrón oscuro en la parte del haz de la hoja, pudiendo observarse en algunas ocasiones un halo de color amarillento, especialmente en primavera.

En la zona del envés se puede observar una zona ennegrecida discontinua a lo largo del nervio central.
La consecuencia de esta enfermedad es la gran caída de hojas aun verdes por la afección en la zona del pedúnculo. Esto se produce especialmente en la zona baja del árbol, que es la más dañada por la enfermedad.
Puede afectar solamente a la hoja, o también a la zona peduncular del fruto, que hace que este se caiga, e incluso al propio fruto, pero este último caso es mucho más raro.

Agente causal

El agente causal del repilo es un hongo denominado Cycloconium oleaginum.

Ciclo de actividad

Ciclo de actividad del repilo del olivo

El hongo sobrevive a los periodos desfavorables en las hojas caídas y en los órganos infectados que se mantienen en el árbol, pudiendo permanecer en estas condiciones durante varios meses.
Tras un periodo húmedo el hongo ya es capaz de seguir propagándose, e infectar otras zonas del árbol, u otros árboles vecinos mediante la lluvia, aunque también puede dispersarse por medio del viento y otros árboles.

Comentarios ciclo:

Para que se establezca la enfermedad en un tejido sano, debe existir agua libre en el órgano a infectar, y unas temperaturas en torno a los 15ºC durante 2 días, una vez transcurrido este tiempo son necesarias entre 2 y 15 semanas para que se presenten los síntomas de esta enfermedad.

El tiempo seco y caluroso es desfavorable para la enfermedad, por lo que sus principales máximos de dispersión e infección se producen en otoño, y a principios de primavera, en los climas mediterráneos.

Prevención y control

Debido a la necesidad de elevadas humedades relativas se recomiendan las prácticas culturales que aumenten la ventilación, como son podas selectivas y marcos de plantación que eviten mucha densidad.

El exceso de nitrógeno y carencia de potasio favorecen la susceptibilidad hacia la enfermedad, por lo que se recomienda no abusar del abonado nitrogenado.

En zonas con muchos problemas intentar escoger variedades poco susceptibles a esta enfermedad.

Aplicación de funguicidas de protección de carácter cúprico en las épocas de infección, es decir otoño y principios de primavera, así como a finales de primavera en zonas que se vean seriamente afectadas.

 

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