Dado el menor espesor general del hielo, con toda probabilidad nunca hubo tan poca agua helada en el Polo Norte desde que existen registros fiables. Como consecuencia, por primera vez, tanto el paso del Noroeste sobre el extremo de Norte América como el paso del Noreste al extremo norte de Rusia permanecen navegables.
Según el Dr. Sommerkorn, Consejero de Cambio Climático del Programa Ártico de WWF/Adena, la continua pérdida de hielo antiguo y profundo revela una tendencia, según la cual, esta masa helada del Polo Norte se hace más joven y delgada cada año. De este modo, la superficie de hielo de al menos cinco años disminuyó un 56% desde 1985 hasta 2007.
Las capas más antiguas han desaparecido prácticamente. Para este asesor de WWF/Adena, el registro de dos años consecutivos con mínimos de hielo pone de manifiesto una tendencia hacia una disminución catastrófica: existen ya signos de efectos muy alarmantes en algunas especies como los osos polares que necesitan el hielo flotante para su supervivencia. El deterioro de los ecosistemas árticos va a afectar también a la población humana de la región, que tiene como base de subsistencia los recursos naturales.
Pero los efectos de la esta fusión ártica van más allá de su propia región, ya que el Ártico constituye un factor clave en la regulación del clima. Además, el derretimiento liberará una gran cantidad de gases de efecto invernadero que permanecían inmovilizados en los suelos árticos congelados (permafrost). De este modo, el calentamiento del Ártico no va a restringirse a la región sino que es un problema planetario y que, por lo tanto, requiere respuestas mundiales.
Los gobiernos de todo el mundo están negociando en este momento un nuevo acuerdo climático que deberá entrar en vigor en 2013, al término de la primera fase del Protocolo de Kioto. Para WWF/Adena, los gobiernos deberían acelerar las negociaciones y garantizar un nuevo tratado sobre el clima en la Cumbre de las Naciones Unidas en Copenhague, en diciembre de 2009.
WWF/Adena