Abandono de 30.000 hectáreas del cultivo de algarrobos

La organización reclama medidas de salvaguarda para evitar “su desaparición a corto plazo”En las últimas cinco campañas se han abandonado más del 30% de las explo taciones de algarrobos en las comarcas valencianas del interior, un total de 6.000 hectáreas que de no mejorar las cosas podrían llegar a las 30.000 hectáreas que hay en la Comunitat Valenciana. En esos casos, además, las ayudas europeas peligran porque dependen de la realización de unas mínimas labores del terreno.

“Si no cambia radicalmente la situación y las administraciones toman conciencia de la importancia de la agricultura mediterránea, el algarrobo podría desaparecer a corto plazo”, indica el presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Agua do, quien exige “medidas de salva guarda objetivas y consensuadas con el sector”.

Efectivamente, el proceso de abandono “se dispara y va camino de extender se a todos los campos de algarrobos”, que se sumarían a las 17.500 hectáreas abandonadas al año desde 2005 en el campo valenciano. Este fruto seco caracterís­tico del paisaje mediterráneo, si está bien cultivado, actúa de cortafuego natural y refugio para los servicios de extinción de incendios, pues suele encontrarse en las laderas de los montes forestales. En cambio, si la explotación está abandonada provoca el efecto contrario: acelera la velocidad de las llamas.

Además, es un cultivo eficaz en la lucha contra la erosión y en la fijación de dióxido de carbono. “De no mejorar la renta de la algarroba, cada vez habrá más campos propagadores de incendios, con el peligro y el impacto medioambiental que ello podría comportar”, según Aguado.

Un gran problema que afronta el sector es la introducción en Europa de varios sintéticos sustitutivos de la goma de garrofín procedentes de China. “La influencia asiática ha contribuido directa mente a la decadencia del sector”, lamenta Aguado.

Debido precisamente al escaso valor de la algarroba, los agricultores de las zonas productoras aseguran que, si bien los robos de cosechas a finales de verano han sido una constante en las últimas décadas, el año pasado prácticamente ya no hubo robos porque cuesta más recoger la algarroba que venderla.

AVA-Asaja

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