AFGANISTÁN: SEQUÍA Y PÉRDIDA DE LAS COSECHAS

Millones de habitantes de Afganistán se enfrentan al hambre ya que el tercer año consecutivo de sequía y la intensificación de problemas económicos han provocado una drástica disminución de las existencias alimentarias en ese país. Lo afirma un comunicado conjunto de alerta especial de las dos organizaciones de las Naciones Unidas especializadas en alimentación. La sequía ha comportado la pérdida casi total de los cultivos de secano y ha provocado la disminución substancial de la producción agrícola de regadío. El resultado, como advierte el informe de alerta, es que la situación en Afganistán se deteriora rápidamente y continuará empeorando.

El informe elaborado por una misión conjunta de evaluación de los cultivos y las existencias alimentarias enviada a Afganistán por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) dice: «Hay pruebas evidentes de la existencia de situaciones difusas de hambre en todo el país, debidas substancialmente a la reducción del consumo de alimentos, al colapso del poder adquisitivo de las personas, a las paupérrimas ventas de ganado, a la disminución en larga escala de los bienes personales, al vertiginoso aumento de precio de los cereales para el consumo humano, al rápido incremento de personas indigentes e incluso al número cada vez más alto de refugiados y prófugos internos.»

» ‘Salvar las vidas’ «, será este año en Afganistán una cuestión todavía más acuciante que cuanto lo fuera ya el año pasado» advierte el comunicado.

Se calcula que unos cinco millones de habitantes de Afganistán no tienen acceso a los alimentos o éste es muy limitado y necesitarán ayuda humanitaria internacional alimentaria. Asímismo, se señala que el grupo que merece atención prioritaria sea particularmente débil ya que su poder adquisitivo ha disminuido drásticamente a causa de la falta de oportunidades de trabajo dentro y fuera del sector agrícola. Entre los factores responsables de este hecho se encuentra el abandono del cultivo de amapolas, la caída de la producción de otros cultivos comerciales, los bajos precios del ganado, la reducción de los rebaños y otros bienes, así como los desplazamientos de población provocados por los conflictos y la sequía.

Según el informe, será necesario proporcionar ayuda alimentaria de emergencia por períodos que van de 3 a 10 meses, por lo menos hasta las cosechas del próximo año para evitar la difusión del hambre y reducir el número de personas que abandonan el cultivo de la tierra convirtiéndose en prófugos internos o refugiados.

Es necesaria también ayuda substancial para restablecer las infraestructuras destrozadas así como el sistema de regadío y para el aprovisionamiento de semillas de calidad.

El informe afirma que el «desarrollo excepcionalmente positivo del abandono de las plantaciones de amapolas en 2001, que ha eliminado del mundo entre 3.000 y 4.000 toneladas de opio y sus derivados» ha tenido lugar en un período en el que la intensificación de los problemas económicos limita las oportunidades de fuentes alternativas de ingresos para los cultivadores de amapolas y para cuantos trabajaban en este sector.

Tres años de sequía han asestado también un grave golpe al ganado con consecuencias catastróficas para los pastores nómadas de Afganistán.

Durante sus exhaustivas visitas sobre el terreno la misión ha observado que los cultivos de trigo y maíz de secano se habían perdido prácticamente, excepto en pequeñas zonas en diversas regiones. Se calcula que la producción de trigo de secano en 2001 será alrededor de un 40% inferior a la del volumen, extremadamente bajo, del año pasado. La misión ha calculado la producción total de cereales en 2001 en 2,03 millones de toneladas, alrededor de un 12% superior a la del 2000, pero un 37% inferior a la de 1999. Por consiguiente las necesidades de importación de cereales en el año comercial 2001/2002 (julio/junio) se calculan en 2,2 millones de toneladas, ligeramente por debajo del nivel del año pasado que alcanzó la cifra récord de 2,3 millones de toneladas, pero alrededor del doble del volumen de 1,1 millón de toneladas en 1999.

El informe cifra la importación comercial de cereales en unas 760.000 toneladas, alrededor del 25% inferior a las estimaciones para el año anterior, con una insuficiencia de 1,4 millones de toneladas. El PMA calcula que la ayuda alimentaria de emergencia se remontará a 386.000 toneladas, dejando sin cubrir una insuficiencia de más de 1 millón de toneladas. «Si no se le hace frente adecuadamente, un déficit de esta envergadura, junto con el grave deterioro del poder adquisitivo de la población, podría tener consecuencias catastróficas», subraya el informe.

FAO

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