En opinión de los miembros de esta Comisión, FIMA,ha resultado una buena feria para el negocio pero al mismo tiempo difícil, por las dificultades que se han encontrado durante la misma.
En el aspecto positivo, los expositores han encontrado con una coyuntura económica optimista, y un visitante más profesional. Dentro de un buen ambiente ferial, la calidad y cantidad de contactos ha mejorado respecto a otras ediciones ya que el visitante acudía con un interés concreto, con información previa y ha mostrado a los expositores el crecimiento del medio agrícola, mostrándose como un sector adaptado, moderno y con futuro.
En este sentido uno de los apelativos que se le podrían dar a esta edición sería “profesional”, teniendo en cuenta la evolución de visitantes y su perfil con una afluencia que sobrepasó, durante los primeros días, todas las expectativas.
Todo ello ha llevado a que la FIMA, una vez más, haya mejorado sus cifras, (que ya parecían de record antes de la inauguración), de ediciones anteriores, en metros ocupados, número de expositores, novedades técnicas, etc.
Sin embargo es complicado dar una opinión global sin tener en cuenta algunos “problemas”. El principal han sido los hoteles cuyos precios excesivos han perjudicando a los visitantes a Zaragoza y en particular a los que vinieron a trabajar a la Feria. Existen casos realmente insostenibles con subidas de un 60%, llegando hasta los 300 euros por noche. Los que no han pagado estos precios han recorrido cientos de kilómetros cada día o han acabado alojados en poblaciones cercanas.
En esta coyuntura las comunicaciones por carretera han resultado igualmente caóticas y los visitantes a la feria han soportado retenciones kilométricas cada día. Los caminos sin asfaltar y las obras siempre inacabadas en absoluto parecen propias de una Feria Internacional, y menos de una ciudad que albergará una Exposición Internacional este verano.
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