Todavía después de pasado un año, en el PSOE no se creen que un Plan Lácteo urdido por Fernando Moraleda en su etapa en el ministerio de Agricultura, pudiera reportar una mayoría suficiente como para formar gobierno con los nacionalistas en la comunidad gallega y arrebatar el poder a la derecha conservadora capitaneada por Manuel Fraga. No acaban de creérselo pero así ocurrió el pasado año. Y como siempre que alguien gana otros pierden. Perdieron consejeros de Agricultura de otras regiones, algunos también del PSOE, que no tenían argumentos para justificar el expolio de cuota lechera que se fue a Galicia a cambio de votos. Perdieron miles de ganaderos de todo el país que se han visto privados de la posibilidad de incrementar el tamaño de sus explotaciones, algo imprescindible para mantener la rentabilidad de las mismas cuando los precios de la leche caen y por el contrario se paga cada día más caros los piensos y otros medios de producción.
El Plan Lácteo de 2005 fue tal barbaridad que ni al propio Gobierno socialista se le ocurre repetir, pero tampoco han tenido la valentía de admitir errores y remar en el futuro en la dirección correcta. Por el contrario, otros iluminados del ministerio de Atocha que creen tener la obligación moral de repartir la riqueza del Planeta haciéndonos a todos pobres, se han inventado lo del “banco de cuotas lecheras”, y en esas andamos. Parece que el Plan Lácteo de 2006, -o al paso que vamos del 2007-, va a consistir en no abrir la compraventa de cuotas entre particulares, y que el Estado compre la cuota a quienes quieran venderla, entre 25 y 30 céntimos el litro, para repartirla al mismo precio al que quiera comprarla. Como habrá más potenciales compradores que vendedores – hace dos años se pago a más del doble-, el reparto se hará con esos “criterios sociales” que tanto gusta a la clase actualmente gobernante, y que si los aplicaran por mucho tiempo terminarían nuestros ganaderos teniendo poco que envidiar a sus colegas de la isla de Cuba.
Se dice que este Plan Lácteo que por fin se alumbrará en el mes de septiembre, es el Plan de Pepiño Blanco, que hace de mediador entre las pretensiones del Bloque Nacionalista Gallego y las de una ministra de Agricultura que se las ve y las desea con 17 consejeros de Agricultura que por razones distintas cada uno, están que echan las muelas. ASAJA criticó hasta la extenuación el Plan del pasado año, y por las mismas razones lo estamos haciendo ante la nueva aberración que se avecina, y nuestro argumento es el mismo: se está restando competitividad a uno de los sectores más profesionales de la agricultura y ganadería españolas. El resto de organizaciones agrarias, grupos de presión tipo Feplap o Prolec y el mundo cooperativo, siguen atados a las faldas del Gobierno saboreando las mieles y dejando a sus representados impotentes ante tanta desfachatez. Eso sí, para quedar bien firman con ASAJA documentos de consenso a favor del mercado libre de cuotas y de planes que de verdad apoyen a los ganaderos, pero después en los despachos y en las reuniones políticas defienden justamente lo contrario.
Si tuviésemos un Gobierno serio, que no lo tenemos, antes del 1 de abril debería de haberse publicado un Plan Lácteo que dictase las reglas del juego para la actual campaña 2006/07. Con cinco meses de campaña ya pasados, hay ganaderos que tienen que abandonar, algunos por causas de fuerza mayor, y no pueden hacerlo. Otros necesitan casi desesperadamente aumentar su explotación y tampoco pueden hacerlo. Miles y miles de familias invirtieron una millonada en cuota lechera que ahora no devalúa el mercado, la devalúa el Gobierno al más puro estilo de una república bananera. Y cuando el precio se ha hundido fruto de una táctica de pactos entre industrias compradoras y muchas explotaciones entran en números rojos, los que intervienen en todo se quitan del medio y apelan, en esto sí, a las inquebrantables reglas del libre mercado: la oferta y la demanda.
El Partido Socialista se ha dado cuenta que el sector lácteo da votos, y lo han aprovechado y van a aprovechar cueste lo que cueste y pase lo que pase. Los da en Galicia por ser un sector todavía numeroso, y no los quita en el resto de España por ser un sector minoritario –pocas explotaciones muy profesionales-, razón por la cual los ganaderos de leche de 16 comunidades autónomas van a ser rehenes de personajes del tipo de Pepiño Blanco, de Moraleda, o nacionalistas de cualesquiera de las diecisiete Españas.
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