ASAJA : 2009; ¿Un año de tránsito?

Tras la aprobación a finales de año del llamado “Chequeo Médico de la PAC”, fruto de la “hiperactiva” presidencia francesa de la UE y la decisión de no retomar las negociaciones en la OMC, tal y como pretendían los máximos dirigentes mundiales que se reunieron en Washington para buscar soluciones a la crisis económica y financiera internacional, algunos podrían pensar que 2009 será un año de transición, con dos presidencias menores de la Unión, de escaso contenido agrario y que los próximos doce meses deberán dedicarse a capear de la mejor manera posible la tormenta de la crisis, léase recesión, tanto en Europa como en el resto del Mundo.

Nada de eso. 2009 nos depara decisiones de importancia capital para nuestro sector.

Independientemente de la adopción formal del “Chequeo Médico” – una vez traducidos los textos legales a las distintas lenguas de la UE -, no debemos olvidar que esta nueva reforma otorga un papel cada vez mas protagonista a las decisiones de los Estados miembro, y que según sea la decisión que cada administración nacional tome, así será esa nueva PAC en cada país.

En otras palabras, cada país puede realizar su “particular interpretación de la PAC”, bien sea en el margen de decisión que deje a los empresarios agrarios para tomar sus opciones de campaña y el destino que desean dar a sus explotaciones, bien sea en los años de referencia para el pago de las distintas ayudas agrarias, los distintos recortes que pueden aplicar a dichos pagos o el destino de estos fondos detraidos entre sectores o entre los distintos pilares de la PAC, ya sean medidas de mercado o de desarrollo rural en todas sus facetas.

La experiencia y la lógica nos evidencian que esta “deriva renacionalizadora” no es positiva para un pais como España, hasta ahora segundo perceptor de fondos agrarios, con un peso relativo de la agricultura importante, tanto en términos económicos como de ocupación y de gestión de territorios, ya que cualquier renacionalización de la PAC va en contra de nuestros intereses nacionales y deja la única Política realmente Común de la Unión Europea en el punto de mira y como “objeto de deseo” de otros intereses que poco o nada tienen que ver con la agricultura.

España deberá, al igual que el resto de paises de la UE, fijar su postura y marcar sus prioridades en este capitulo importante para el futuro de nuestra agricultura de los próximos años. De igual manera que deberá posicionarse en cuanto al futuro del presupuesto de la Unión Europea, posiblemente el que será el punto mas controvertido de los debates del Consejo Europeo en 2009.

Antes de que España asuma la presidencia de la UE en el primer semestre de 2010, los debates presupuestarios tendrán lugar durante el año que empieza bajo mandato, primero de la Republica Checa y de Suecia después, enemigos declarados, sobre todo este último, de la continuidad de los fondos de la PAC. Desgraciadamente para nosotros, estos países no están solos y existe un bloque muy compacto de naciones contrarias al modelo agrario europeo.

Todos sabemos que en la negociaciones la presidencia tiene, en cierta medida, las manos atadas a la hora de defender, a cara de perro, sus intereses individuales, por lo que ese trabajo España deberá desarrollarlo durante los próximos doce meses para que la propuesta de perspectivas financieras llegue, cuando menos, bien hilvanada, a la presidencia española, de manera que nuestra agricultura no pierda peso en el escenario europeo.

Paralelamente a las negociaciones del “Chequeo Medico”, la presidencia francesa impulsaba el debate sobre el futuro de la PAC más allá de 2013, es decir, en el próximo ejercicio presupuestario.

En definitiva, nos encontramos en la tesitura de decidir si debemos fijarnos nuestros objetivos para la agricultura europea y después poner a disposición de estos objetivos un marco financiero o, por el contrario, dejar que sea la disponibilidad y volumen del sobre presupuestario quien decida el contenido de la futura PAC. Obviamente, debemos alinearnos, junto a Francia y otros muchos países, en la primera opción, que garantice el carácter estratégico de nuestra agricultura.

Hace apenas unos dias, el Director General de la OMC, Pascal Lamy, tuvo que renunciar a convocar antes de final de año una Ministerial para reanudar y dar un impulso definitivo en las negociaciones de la Ronda de Doha.

A pesar del mandato del G-20 y de las numerosas presiones, no se constataron indicios claros de voluntad por parte de determinadas potencias, en especial EE.UU, China e India, para desbloquear capítulos transcendentales en las modalidades de negociación, tanto en agricultura como muy especialmente en otros aspectos tales como acceso a mercados de bienes industriales o servicios.

Todo parece indicar que los avances no tendrán lugar hasta dentro de varios meses, incluso en un par de años. Sin embargo, esto no debe hacernos pensar que este paréntesis significa una paralización del proceso de internacionalización y de globalización del comercio internacional.

De hecho, este parón en la OMC podría significar el avance en otros acuerdos y negociaciones regionales que la UE tiene abiertos con distintas áreas del Planeta. Por su afinidad climática y cercanía geográfica, su concurrencia en las producciones e inmediatez en el tiempo, son los acuerdos en el seno del Proceso de Barcelona, consolidados en la Unión para el Mediterráneo, los que deben centrar nuestra especial atención.

La creación de un Espacio Euro-mediterráneo debe tener como objetivo el desarrollo y mejora de las condiciones económicas y socio-laborales en la Ribera Sur del Mediterráneo, y la agricultura puede ejercer un papel dinamizador en cuanto a la creación de mano de obra estable y digna, respeto medioambiental y cumplimiento de estándares veterinarios y fitosanitarios, al igual que se exigen en las producciones de la Unión Europea, además de garantizar en estas zonas tan vulnerables la suficiencia alimentaria necesaria que reduzca su elevada dependencia del exterior en materias primas alimentarias.

El Libre Comercio, puro y duro, sin normas que lo regulen, se ha demostrado que no solo no es la solución, sino que es parte del problema de la pobreza y la hambruna en el Tercer Mundo. Un comercio ordenado, que garantice la sostenibilidad de las distintas agriculturas, respetando sus calendarios, unos métodos de producción sostenibles y unos flujos ordenados, que incidan directamente en la mejora de las condiciones sociolaborales de sus habitantes, es una herramienta eficaz, junto con la investigación, la formación, la innovación, la inversión y, por supuesto, la cooperación.

Por otra parte, nuestra principal competidor agrario, los EE.UU. estrenan próximamente Administración bajo el mandato de Barack Obama, que será la encargada de poner en marcha su nueva “Farm Bill”, su propia Política Agraria que, a diferencia de la Europea, cuenta con nuevos recursos, nuevas herramientas y fondos reforzados, en aplicación de su ya célebre premisa: “Lo que es bueno para la agricultura norteamericana es bueno para Norteamérica”.

En primavera estamos convocados para elegir la nueva Eurocámara. Serán posiblemente las más importantes y decisivas de las convocatorias europeas hasta la fecha realizadas, teniendo en cuenta el amplio poder decisorio que los futuros eurodiputados tendrán en sus manos como consecuencia del Tratado de Lisboa.

Esto supone un doble ejercicio de responsabilidad; por un lado, de los ciudadanos, que debemos conocer a quien vamos a elegir para decidir el futuro, entre otras cosas, de nuestras explotaciones agrarias, y por otro, de nuestros representantes, que deberán acercarse a las inquietudes y reclamaciones de la sociedad civil y, por tanto, de los profesionales agrarios.

Nuestro principal reto es el de la competitividad, buscar y ofrecer a nuestros profesionales agrarios las herramientas más eficaces para poder hacer frente a estos desafíos del mercado y a las exigencias de la sociedad, nuestra razón de producir.

Estas herramientas deben proporcionarse en todas las fases de la actividad agraria, tanto en la instalación, con medidas incentivadoras, dentro y fuera de la explotación agraria, que hagan atractivo a los jóvenes incorporarse a la agricultura, como facilitando la transmisión y adquisición de tierras y equipamientos necesarios, apoyando la formación como principal activo, fomentando la innovación y la implantación de nuevas tecnologías y garantizando el acceso a un uso razonable y razonado del agua como factor indispensable de producción.

Los costes de producción y el acceso a las nuevas tecnologías y nuevos productos, más eficientes, son aspectos fundamentales, y lo serán todavía más en el futuro, en la competitividad de nuestras explotaciones y de nuestras empresas agrarias.

En este aspecto, nuestras administraciones tienen un papel esencial que desempeñar, a través de una política de precios y tasas que se adapten a la realidad del sector y apostando, como hacen en el resto de potencias productoras, por el avance de la biotecnología sin mas barreras que las que impone la sociedad científica.

En ambos extremos de la cadena, agricultores y consumidores se encuentran en cierta medida desprotegidos por la ausencia de una reglamentación que delimite y ponga freno a la gran diferencia, muchas veces escandalosa y a todas luces inexplicable, entre los precios que reciben agricultores y ganaderos y lo que debe pagar el ama de casa.

De no actuar cuanto antes para atajar este tipo de situaciones, la factura que la sociedad puede pasar a todo el sector agroalimentario puede ser de consecuencias impredecibles.

Vemos, por tanto, que lejos de ser un año de mero tránsito, 2009 estará cargado de hitos importantes para la agricultura europea y especialmente la española, por lo que ni administraciones, ni responsables políticos, representantes agrarios ni agricultores y ganaderos a titulo individual deberemos dejar de prestar atención a los acontecimientos que se vayan desarrollando.

Que sea en provecho de todos.

ASAJA

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