Desde hace varios años venimos asistiendo, de hecho, a una situación injusta y discriminatoria de los precios en origen frente a los precios en destino, que sufren tanto agricultores como consumidores, mientras los intermediarios y la distribución acaparan abusivos márgenes de beneficios. El clima de preocupación y alarmismo que se ha instalado no obedece, por tanto, a la relación proporcional simple: suben las materias primas suben los precios, como se quiere hacer creer.
ASAJA GRANADA pone en claro que nada tienen que ver los agricultores y ganaderos con la espectacular subida de precios en la cesta de la compra. ¿Por qué si no cuesta un kilo de pan en la tienda 2’60 euros mientras el kilo de trigo se paga a 0’21 céntimos? Los precios en origen sólo han hecho que recuperarse tratándose del pan y de la leche mientras las frutas y hortalizas siguen cotizando en el campo a la baja. La subida es, en realidad, fruto de un juego económico especulativo impulsado por la industria alimentaria y de una psicosis del mercado internacional, afectado por la inexistencia mundial de reservas de grano, el aumento del consumo en países como China y la India y la previsión de malas cosechas en países terceros (Rusia y Ucrania, Centroeuropa o Canadá), no así en España donde esperamos un récord de producción de 19 millones de toneladas en cereales. Las importaciones y la buena cosecha de cereales frenarán, no obstante, su cotización en origen y habrá que vigilar entonces la reacción de la industria, que seguramente no responderá con la misma inmediatez que lo ha hecho en esta coyuntura alcista.
En el ojo del huracán del debate de precios se ha colocado, además, la fuerte demanda de los biocombustibles que se componen con productos alimentarios, instalando el recelo en los consumidores por la competencia entre energía y alimentos. Pero sólo el 1% de toda la producción de cereales en la UE -cifrada en 275 millones de toneladas- se ha destinado al sector de los biocombustibles y únicamente el 3% de las tierras cultivables se dedica en la actualidad a su producción. El compromiso europeo de incorporación del consumo del 10% de biocarburantes en 2020 (el 5,75% en 2010) tampoco pondría en dificultad la disponibilidad de tierras ni provocará una intensificación de la agricultura europea, según el informe reciente de la Dirección General de Agricultura de la Comisión Europea: a medio plazo se pondrían en uso parte de las tierras de retirada obligatoria, 3,8 millones de has. en la UE de las cuales se estiman 700.000 has. en España (94.721 has. en Andalucía) y a largo plazo se asume que un 20% de los biocarburantes serán importados y un 30% serán biocarburantes de segunda generación a partir de materiales que no se necesitan para la alimentación, junto con el aumento de la producción por hectárea y la calidad de los cultivos mediante la biotecnología.
Desde esta organización agraria mostramos, por tanto, nuestra disconformidad con la campaña desestabilizadora que se está montando contra el sector productor de forma injustificada y defendemos precios estables y adecuados al mercado, así como la energía renovable rural, que abre nuevas perspectivas de desarrollo y recuperación de la rentabilidad en el campo además de contribuir a frenar el cambio climático.
ASAJA-Granada