Se trata de una enfermedad septicémica causada por un cocobacilo que responde al simpático nombre de “Francisella”. Cuando hace 10 años trajo de cabeza a las autoridades sanitarias de la región, se la consideraba una enfermedad de los cazadores, se asociaba con la manipulación de las liebre, y nadie se paró a pensar que siendo ésta una vía de contagio, se estaba expuestos a otras distintas, como ahora se ha visto.
No se le cayó entonces, cuando se diagnosticaron 513 casos en pacientes, que la temporada de caza coincidió con la última plaga importante de topillos, la del otoño de 1997, de menos intensidad pero similar a la actual. Desde 1997 hasta la actualidad la prevalencia de la enfermedad ha sido mínima, como también la de los topillos, hasta que ahora, con nuestros campos invadidos de roedores, surge de nuevo el brote y todos los días se diagnostica algún caso positivo en algún punto de la región. Los topillos, reservorio de la enfermedad, contagian a las liebres y conejos, contagian a los cangrejos de río que se los devoran cuando caen a los cauces, y contagian a los insectos como tábanos y garrapatas que hacen de vectores de la enfermedad.
No tenemos duda que el protocolo médico va a funcionar y que se diagnosticará y tratará la enfermedad, en cada uno de los pacientes, de la mejor forma posible. Tenemos más dudas de que el Gobierno regional tenga claro que para erradicar esta enfermedad tercermundista, con casi nula incidencia en el resto de España, hay que exterminar la plaga de topillos, una plaga también casi exclusiva de nuestra región. Y desde ASAJA, como representantes del medio rural y de sus gentes, exigimos que velen por nuestra salud no solamente curándonos, sino evitando que caigamos enfermos, evitando el riesgo de contraer la tularemia por compartir nuestro espacio con una repugnante plaga de ratones.
Tularemia es sinónimo de plaga de topillos. No maldigamos a las liebres ni a los cangrejos, el problema está en estos roedores que trasmiten la enfermedad a todo ser viviente susceptible de ello y de forma indirecta a la especie que más debería de proteger la Junta: los hombres y mujeres del medio rural.
Asaja