Las tres salidas que tiene un subproducto agrícola como es la paja son el consumo animal, las plantas de biomasa (una demanda que en estos momentos no existe en nuestra región) o bien que el agricultor opte por picar la paja de sus parcelas para que se incorpore a la tierra como un nutriente más para próximas siembras. En años como el actual, con buenas previsiones de cosecha, la demanda de paja es escasa, más teniendo en cuenta el coste, especialmente de gasóleo, que acarrea recogerla y prepararla.
Con estas condiciones, el agricultor que pueda dar salida a este subproducto para alimentar la cabaña ganadera elegirá esta salida, si es posible venderá los fardos de pacas y, agotadas estas vías, picará la paja. Sin embargo, en muchas parcelas, especialmente de trigo y centeno, con paja poco atractiva para el ganado y difícil de picar, quedarán abundantes montones, que sería deseable eliminar. ASAJA considera que en estos casos, las quemas de rastrojos, siempre autorizadas por la Administración y controladas adecuadamente, son la mejor solución para evitar que se produzcan incendios fortuitos y se multipliquen los riesgos de incendios y también de plagas.
ASAJA quiere destacar que son los agricultores y ganaderos, quienes viven permanentemente en el campo, los que desde hace muchos siglos se han ocupado de evitar los incendios. En este sentido, la OPA subraya que las estadísticas a veces ofrecen datos que hay que interpretar correctamente, puesto que es materialmente imposible que la gente que vive en las ciudades y que nunca o muy ocasionalmente visita el medio rural pueda ser causante, casi siempre accidental, de un incendio. Por ello, ASAJA quiere romper una lanza en defensa del agricultor y el ganadero como protector del medio ambiente, y también pide que, en lugar de responsabilizarle de lo inevitable, se le faciliten herramientas, como la quema de rastrojos, para evitar males mayores.
ASAJA Castilla-Leon