Cerca de 20 millones de personas en la región dependen actualmente de la ayuda alimentaria, y esta cifra puede incrementarse a medida que la temporada de carestía (entre dos cosechas, ndr) avanza, en particular entre campesinos marginales, pastores y población urbana de escasos recursos.
Los efectos de El Niño, que habitualmente trae fuertes lluvias hacia finales de año, podría agravar la situación, con el resultado de inundaciones y aluviones, destruyendo cosechas tanto en el campo como en los almacenes, aumentando la pérdida de ganado y dañando infraestructuras y viviendas.
Por toda África occidental los precios del maíz, uno de los principales alimentos básicos, han mostrado tendencia a la baja desde comienzos de año, pero permanecen más altos que hace dos años.
En Uganda y Kenia, por ejemplo, los precios del maíz en junio de 2009 estaban casi al doble que su nivel de 24 meses antes. En Jartum, Sudán, los precios del sorgo en junio de 2009 –otro alimento básico- superaban el doble de su nivel de junio de 2007. De forma similar, los precios en Mogadiscio, Somalia, permanecen más altos que el nivel del período pre-crisis, a pesar de haber bajado desde mediados de 2008.
Debido al escaso poder adquisitivo de las familias, es de esperar un empeoramiento de la situación de seguridad alimentaria en su conjunto. Para los ganaderos, la falta de pastos adecuados ha empeorado las condiciones del ganado y reducido perspectivas de mercado, impactando sus ingresos y habilidad de acceso a alimentos básicos. Todavía más, la tasa de reproducción del ganado ha sufrido debido a las escasas lluvias estacionales que se han sucedido desde 2007, dificultando la recuperación de los medios de subsistencia de los pastores y agravando la inseguridad alimentaria a largo plazo.
FAO