Aumenta el número de animales tratados en el centro de estudios rapaces ibéricas

La consejera de Medio Ambiente de Castilla-La Mancha, Rosario Arévalo, manifestó su satisfacción por la “extraordinaria labor” que están realizando los profesionales que trabajan en el CERI, ubicado en Sevilleja de la Jara (Toledo), no sólo en materia de recuperación de animales sino también como centro de investigación y de educación ambiental de la avifauna.

“Este centro supone un ejemplo más del esfuerzo que está realizando el Gobierno castellano-manchego para proteger la flora y fauna y, al mismo tiempo, educar en valores de respeto hacia el patrimonio natural, un bien que siempre hemos de poner en valor”, subrayó la consejera de Medio Ambiente de Castilla-La Mancha.

Respecto a la labor de recuperación y conservación, la titular de Medio Ambiente recordó que comprende la rehabilitación y reintroducción de los animales al medio natural, para lo que “tenemos la suerte de contar con los mejores especialistas en la materia, de reconocido prestigio a nivel nacional e internacional”, dijo.

A lo largo de 2003 entraron en el centro un total de 620 ejemplares, lo que significa una cifra superior al 20 por ciento respecto a la del año anterior. Un incremento motivado, fundamentalmente, por una ola de calor excepcional en época estival y la mayor concienciación y sensibilidad social que se traduce en más recogida de animales, explicó la consejera.

La entrada de especies se corresponde en más de un 80 por ciento con rapaces aunque excepcionalmente también se tratan grullas, cigüeñas, avutardas e, incluso, algún ejemplar de mamífero amenazado. Las lesiones más comunes son fracturas por colisiones, electrocuciones, intoxicaciones y enfermedad.

En estos momentos, se encuentran aproximadamente 250 ejemplares en el CERI, el centro de estas características más antiguo de España y referente nacional, de los que aproximadamente la mitad se encuentran en proceso de recuperación a la espera de ser reintroducidos en la naturaleza.

Otra parte son ejemplares irrecuperables y que su imposibilidad de reintroducción los convierte en inquilinos perpetuos del centro donde ayudan a la recuperación de su especie en tareas de reproducción e investigación, fundamentalmente águilas imperiales, reales y perdiceras, y una pequeña parte en las labores de educación ambiental.

Investigación y educación

En lo que respecta a la investigación y cría en cautividad, el CERI tiene asignada la tarea de realizar todas las investigaciones médicas y toxicológicas y de cría en cautividad. La consejera afirmó que el estudio de enfermedades adquiere gran importancia hoy en día con la aparición de nuevos hábitos, actividades humanas o usos del suelo que están cambiando el comportamiento y dieta de cierta avifauna que origina las llamadas enfermedades emergentes.

La cría en cautividad se realiza desde hace 20 años en el centro, consiguiendo importantes éxitos con especies como el azor, el halcón peregrino, el cernícalo primilla y común, o el águila real.

El año pasado se logró la cría en cautividad del primer pollo de águila perdicera, especie en peligro de extinción, nacida en nuestro país. Según dijo Arévalo, este “importantísimo” logro permite prácticamente asegurar la persistencia de la especie y esperar la consecución de la cría en cautividad del águila imperial en un plazo relativamente breve.

Asimismo, la consejera recalcó que el centro es pionero en la utilización de inseminación artificial, incubación y crianza artificial de pollos y desarrolla un importante programa de criopreservación de material genético de las especies en peligro de extinción.

Por último, la titular de Medio Ambiente destacó la importante labor que también se desarrolla en materia de educación ambiental con el objetivo de concienciar, fundamentalmente a los jóvenes estudiantes, de la necesidad de garantizar un futuro más halagüeño a las aves.

JCCM

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