Definida como el declive a largo plazo en la función y la productividad de un ecosistema, la degradación del suelo está aumentando en severidad y extensión en muchas partes del mundo, con más del 20 por ciento de las tierras agrícolas afectadas, el 30 por ciento de los bosques y el 10 por ciento de los pastizales.
Cerca de 1.500 millones de personas, un cuarto de la población mundial, dependen directamente de suelos sujetos a degradación.
Las consecuencias de este fenómeno incluyen una disminución de la productividad agrícola, la migración, la inseguridad alimentara, los daños a recursos y ecosistemas básicos, y la pérdida de biodiversidad debido a cambios en los hábitat tanto a nivel de las especies como a nivel genético.
“La degradación del suelo tiene también importantes implicaciones para la mitigación y la adaptación al cambio climático, ya que la pérdida de biomasa y de materia orgánica del suelo desprende carbono a la atmósfera y afecta a la calidad del suelo y a su capacidad de mantener el agua y los nutrientes”, señaló Parviz Koohafkan, responsable de la División de Tierras y Aguas de la FAO.
Los datos del estudio indican que a pesar de la determinación de los 193 países que han ratificado de la Convención de Naciones Unidas para combatir la desertización de 1994, la degradación del suelo está empeorando en vez de mejorar.
Cerca del 22 por ciento de las tierras sujetas a degradación se encuentran en zonas muy áridas o zonas subhúmedas secas, mientras que el 78 por ciento está en regiones húmedas. El estudio desvela que la principal causa de la degradación del suelo es la mala gestión de la tierra.
En comparación con evaluaciones previas, el presente estudio desvela que la degradación del suelo ha afectado a nuevas zonas desde 1991, mientras que algunas áreas muy degradadas históricamente se encuentran ahora estables tras haber sido abandonadas o explotadas con un bajo nivel de productividad.
Los datos sobre la degradación del suelo a nivel mundial son parte de un informe presentado por la FAO, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) e Información Mundial del Suelo (ISRIC). El estudio se denomina Evaluación de la Degradación del Suelo en Zonas áridas (LADA, por sus siglas en inglés), y cuenta con financiación de Global Environment Facility.
Buenos ejemplos
Pero las noticias no son tan malas. El estudio ha identificado una serie de lugares donde el suelo se utiliza de forma sostenible (19 por ciento de las tierras agrícolas), o se está alcanzando mayor calidad y productividad (10 por ciento de los bosques y el 19% de los pastizales).
Muchos de los avances en tierras agrícolas están asociados con el riego, aunque también hay ejemplos de mejoras en tierras agrícolas de secano y los pastizales en las praderas de las Grandes Llanuras en Norteamérica y en India occidental. Algunas de las ganancias corresponden al incremento de la cubierta forestal, ya sea a través de plantación de bosques, en especial en Europa y Norteamérica, y algunos proyectos de bonificación de tierras, como sucede en el norte de China. Sin embargo, algunas de las iniciativas positivas se basan en la invasión por bosques y matorrales de zonas de pastos y tierras agrícolas, lo que por regla general no se considera una mejora del suelo.
El estudio demuestra que la degradación del suelo continúa siendo un asunto prioritario que requiere atención renovada por parte de los individuos, las comunidades y los gobiernos.
FAO