Así se lo ha transmitido por carta al Ministerio de Medio Ambiente, al que exige que se haga valer en Bruselas y dados los peligrosos antecedentes en materia de plagas, hongos y enfermedades se impongan las cautelas en la importación que por ejemplo ya está aplicando a esta misma procedencia Israel o las que prepara EEUU.
De no ser así, la entrada de frutos sudafricanos podría llevar consigo la transmisión de patógenos foráneos letales que causarían estragos, tanto en la producción de caquis como en la citricultura o incluso en los frutales de la Comunitat.
La amenaza denunciada es consecuencia del reparto de competencias que hoy se da en la UE. Efectivamente, en materia fitosanitaria, la legislación marco exigible a las importaciones depende de las decisiones de Bruselas, no de sus Estados miembro. Y es aquí donde radica la situación de evidente inseguridad que se está produciendo con el caqui, un cultivo que pese a su gran crecimiento y sostenida rentabilidad es considerado como ‘menor’ por la Comisión Europea (CE).
Ello ayuda a entender por qué en los anejos de la directiva aplicable (la 2000/29/CE) no se le incluye al caqui en el listado de cultivos en los que resulta obligatorio la inspección fitosanitaria en frontera. “Es lamentable que la UE imponga la regulación más restrictiva del mundo en cuanto al uso de plaguicidas pero se preocupe tan poco a la hora de defender a sus agricultores de la constante entrada de plagas que les aboca a utilizarlos”, señala el presidente de esta organización agraria, Cristóbal Aguado.
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