En 2007 y tras una temporada marcada por un importante descenso de la producción, los precios en origen rondaron los 0,30 euros/kg. Dos años después, en la semana que va del 6 al 12 de abril, el propio Observatorio de Precios del Ministerio de Medio Ambiente refleja que el precio de la cebolla en origen es de 20 céntimos de euro el kilo, mientras que el consumidor está pagando 1,10 euros, es decir, cinco veces y media más de lo que recibe el agricultor.
El estudio de AVA-ASAJA sobre la rentabilidad de esta hortaliza para la presente campaña cifra los gastos de cultivo de cebollas por hectárea en 6.880 euros. Con los precios actuales, los ingresos sólo ascenderían a 3.200 €/ha., de lo que podemos deducir que cada productor está viéndose forzado a poner de su bolsillo 3.680 euros por hectárea sembrada.
La calidad de la producción valenciana tampoco parece ser recompensada por los operadores europeos. Los mismos calibres que en nuestra huerta son desechados o incluso destruidos (‘rotovatados’) por el agricultor por su nula salida comercial, se encuentran con suma facilidad en las partidas importadas de países no comunitarios que entran por puertos como el de Rotterdam. El precio es el factor clave en tanto el kilo entra a un tercio de lo que ahora se paga en Valencia. “Prácticamente la están regalando y así presionan los precios europeos a la baja, con lo que nos es imposible competir”, asegura Aguado.
El presidente de AVA-ASAJA lamenta en este sentido “la falta de peso político” demostrada por el Gobierno español en la defensa de las normas europeas de comercialización, que aseguraban una calidad mínima al consumidor y que recientemente fueron eliminadas por Bruselas. De igual manera, Aguado censura que, pese a los llamamientos reiterados del Parlamento Europeo a acabar con los abusos en la cadena agroalimentaria, “ni la Comisión Europea ni España hayan iniciado aún el desarrollo de una ley de comercio que defienda precios dignos para el agricultor que sí cumple con las exigentes normativas europeas”.
El sector arrastra las consecuencias de la campaña pasada debido al fuerte ataque del hongo mildiu –que este año ha reaparecido con virulencia- así como por las importaciones baratas de Chile, Argentina y Egipto, que recientemente se benefició de nuevas concesiones agrarias por parte de la CE. El hongo, que surge tras días calurosos, vientos de poniente y descenso de las temperaturas nocturnas y rocíos no mata la planta, pero sí afecta al desarrollo del bulbo.
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