Sin embargo ha sido en la última, coincidiendo con el mayor desarrollo de las importaciones citrícolas del cono sur, cuando se detectaron hasta siete de ellas. Si entre 1968 y 1998 una nueva plaga foránea tardaba en localizarse 3,3 años, durante el último decenio esta media ha quedado reducida a 1,2 años (15 meses). A estos insectos o ácaros que multiplican los gastos en insecticidas y plaguicidas, habría que sumar las enfermedades –bacterias, virus y hongos- que de igual manera se han instalado en estos cuarenta años en los campos citrícolas valencianos, como la Alternaria o la Tristeza que además han forzado a una costosa reconversión.
En los últimos dos años el proceso se ha agudizado y han sido tres las plagas que se han asentado en la Comunitat. Efectivamente, en 2007 y gracias a la aplicación del Plan de Vigilancia Fitosanitario, los técnicos de la conselleria localizaron un ácaro en varias parcelas de Orihuela así como un trip en explotaciones de Alzira, Orihuela y Benicarló. Los ataques de este agresivo trip pueden provocar destríos en los campos infestados de entre el 30 y el 40% de la cosecha. De igual manera, durante 2006 se instaló una ‘caparreta’ llamada ‘Coccus pseudomagnoliarum’ que crea un caparazón en su fase adulta que se adhiere a la piel de ramas o frutos y que, a su vez, provoca una gran cantidad de melaza sobre la que se genera ‘negrilla’, un hongo que junto a esta cochinilla acaba por debilitar el follaje y reducir la productividad de los árboles así como depreciar el fruto.
Por otra parte, existen otras tres plagas -una caparreta, un pulgón y un ácaro- que ya se han localizado en la península y que a corto o medio plazo llegarán a la Comunitat. Las dos primeras son especialmente peligrosas, la una porque deprecia la fruta e incluso, en caso de ataque grave puede llegar a matar el árbol, la otra porque además del daño provocado por el insecto es el propio pulgón el que es considerado como un vector que trasmite una de las razas más severas del virus de la tristeza, lo que afectaría a los árboles que aún quedan con pie amargo.
El presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, reclama por todo ello que se extreme la vigilancia tanto en los puertos de entrada de las importaciones como en las propias zonas citrícolas españolas para detectar tales patógenos lo antes posible. De igual manera, Aguado insiste en que “a las inspecciones en destino habría que añadir otras en origen, con funcionarios europeos controlando ‘in situ’ las partidas antes de salir hacia España o Europa”. En este sentido, Aguado reclama –como recientemente uguaró el director general de Agricultura, Francisco Mombiela- la creación de una ‘agencia europea de inspección’ para canalizar a nivel continental todos estos trabajos.
Sin embargo, el responsable de AVA denuncia que –como ha ocurrido esta misma temporada con los envíos de naranjas del hemisferio sur- “los controles de calidad y fitosanitarios del Ministerio de Agricultura han fallado estrepitosamente”, De hecho, Sudáfrica ha “invadido el mercado europeo con fruta barata y de mala calidad, con numerosas partidas infectadas por la peligrosa Cryptophlebia leucotreta”, una larva que los inspectores de la conselleria han localizado este año y en anteriores campañas en bastantes almacenes de confección de importadores valencianos.
AVA-ASAJA