Ayudar a los pobres e invertir en agricultura

En un documento sobre políticas clave preparado para la cumbre, la FAO afirmó que la comunidad internacional debería tomar medidas urgentes y concretas para abordar los temas del hambre y la malnutrición frente a la subida de precios alimentarios, la escasez de agua y de tierras, el cambio climático, el aumento de las necesidades energéticas y el crecimiento de la población.

“La dramática situación alimentaria mundial nos recuerda la fragilidad del equilibrio entre el suministro de alimentos y las necesidades de la población mundial, y el incumplimiento de compromisos anteriores para acelerar los avances en la erradicación del hambre,” dijo Jacques Diouf, Director General de la FAO.

“Dada la gravedad del desequilibrio entre el suministro y la demanda alimentaria mundial, es poco probable que los mercados de cereales recuperen su estabilidad a corto plazo. Los precios pueden bajar, pero probablemente no vuelvan a los niveles bajos pasados en los próximos años. Esperamos que los líderes mundiales que vengan a Roma puedan acordar las medidas urgentes necesarias para impulsar la producción agrícola, especialmente en los países más afectados, y al mismo tiempo proteger a los pobres de los efectos negativos de los altos precios alimentarios”, añadió Diouf.

Continúa la volatilidad
La FAO afirmó que, pese a los significativos aumentos de la producción, muchos mercados de productos agrícolas básicos están en una situación complicada e hizo hincapié en la dificultad de una rápida recuperación de los bajos niveles de reservas. En el informe de la FAO Aumento de los precios alimentarios: hechos, perspectivas, impactos y medidas necesarias se señala “la posibilidad de que perdure la volatilidad y aumenten los precios más si cabe en el futuro, como resultado de eventos imprevisibles durante las próximas temporadas”.

Muchos países se están enfrentando al doble desafío de importantes aumentos en el precio del petróleo y los alimentos, una amenaza para su estabilidad macroeconómica y su crecimiento general. Los consumidores pobres de ciudades y zonas rurales que emplean una gran parte de sus ingresos en comida son los más afectados por la situación.

El informe enumera 22 países especialmente vulnerables debido a la combinación de niveles elevados de hambre crónica (más de un 30 por ciento de subnutrición) y su condición de importadores netos de petróleo y alimentos. Países como Eritrea, Níger, Comoras, Haití y Liberia se están viendo especialmente afectados.

El estudio de la FAO afirma que incluso los aumentos moderados (10 ó 20 por ciento) en los precios domésticos pueden tener un efecto negativo inmediato sobre las familias muy pobres que emplean una gran parte de sus ingresos en alimentos básicos. La FAO estima que el número de personas hambrientas en 2002-2004 se sitúa en 862 millones, de ellas 830 millones en países en desarrollo.

Doble enfoque
Con la situación actual de precios alimentarios altos, el suministro de ayuda de emergencia para los más pobres y hambrientos así como el relanzamiento de la agricultura y la revitalización de las comunidades rurales son elementos claves para reducir el hambre y mejorar la situación alimentaria mundial, según la FAO.

Para proteger a la población más vulnerable de las zonas rurales y urbanas podría ser necesaria una distribución alimentaria directa y dirigida a objetivos específicos, subvenciones alimentarias, transferencias de dinero y programas nutricionales que incluyan la alimentación escolar. Fortalecer la protección social es especialmente importante para la población vulnerable, incluyendo niños, ancianos y mujeres embarazadas. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) ha solicitado 775 millones de dólares para financiar estas actividades de emergencia.

Como respuesta a corto plazo, es necesario impulsar con urgencia la producción local de alimentos. Las medidas de protección para los agricultores deberían incluir la distribución a los pequeños campesinos de semillas, fertilizantes, piensos y otros insumos a través de vales o subvenciones inteligentes. Si se lleva a cabo eficazmente, este programa podría aumentar el suministro en los países pobres y así elevar la disponibilidad de alimentos, los ingresos de los pequeños productores y podría reducir los aumentos de los precios en los mercados locales. La FAO ha solicitado 1.700 millones de dólares para suministrar a los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos semillas, fertilizantes y otros insumos con los que impulsar la producción. El pasado 17 de diciembre, Diouf anunció que la FAO destinará 17 millones de dólares de sus propios recursos para poner en marcha esta iniciativa.

El informe subraya la excelente oportunidad que los elevados precios alimentarios suponen para mayores inversiones en agricultura por parte del sector privado y el público para estimular la producción y la productividad. Recuerda que se requieren inversiones en áreas durante mucho tiempo descuidadas como la investigación, extensión e infraestructura agrícolas. La ayuda se debería centrar en la investigación agrícola que atendiera las necesidades de los agricultores pobres, muchos de los cuales cultivan en zonas cada vez más marginales. Los campesinos pobres deberían tener mejor acceso a los factores de producción, en especial a la tierra, el agua y otros insumos.

También se afirma que las medidas comerciales unilaterales tomadas por los países para asegurar la disponibilidad nacional de alimentos pueden exacerbar la inestabilidad de los precios en los mercados mundiales y afectar a la seguridad alimentaria en otros países. A este respecto es importante la coordinación de políticas. Quizás se tendrían que revisar la producción y las políticas comerciales sobre los biocombustibles a la vista de sus efectos en los mercados alimentarios mundiales y, por tanto, en la seguridad alimentaria, especialmente en países vulnerables. Para tener éxito, las decisiones tomadas y las políticas implementadas en este campo deberían tomar en máxima consideración la seguridad alimentaria mundial.

“Éste es un momento único en la historia: por primera vez en 25 años, existe un incentivo fundamental -los elevados precios alimentarios- para estimular el sector agrícola”, dijo Diouf. “Los Gobiernos, apoyados por sus socios internacionales -añadió-, deben aportar la inversión pública necesaria y proporcionar un entorno adecuado para la inversión privada, al tiempo que garantizan que los más vulnerables están protegidos contra el hambre”.

La Cumbre de junio sobre seguridad alimentaria ofrecerá una oportunidad única para que los líderes mundiales adopten las políticas, estrategias y programas necesarios que se requieren para superar los nuevos retos a la seguridad alimentaria mundial. Numerosos Jefes de Estado y de Gobierno ya han confirmado su participación en la Cumbre, a la que también acudirá el Secretario General de la ONU y los responsables de muchas Organizaciones de la ONU y de las instituciones financieras de Bretton Woods.

FAO

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