Esta cifra de negocio supone prácticamente el 2% del PIB total español (a precios de mercado) y el 14% del PIB de la rama industrial, y el empleo sectorial directo de nuestras empresas, cerca de 90.000 trabajadores, representa igualmente algo más del 20% de la ocupación total de la industria alimentaria española. Tampoco es desdeñable señalar que la industria cárnica exporta por valor de más de 2.300 millones de euros anuales a mercados de todo el mundo, con una balanza comercial muy positiva (tasas de cobertura del 200-300%), un dato que muy pocos sectores económicos relevantes pueden presentar, y que contribuye a paliar el tradicional déficit comercial de nuestro país.
La industria cárnica ha soportado durante 2008 el coste creciente de su principal materia prima, la carne de porcino, fruto de una complicada situación de los mercados ganaderos. El precio del cerdo vivo ha experimentado la mayor subida de los últimos siete años, un 11,2% con respecto al precio medio de 2007 y la canal de porcino ha aumentado un 11,1%. Para hacerse una idea clara del impacto de estos precios en la actividad de las industrias hay que señalar que en 2007 el cerdo vivo bajó un 9,6% en relación al año anterior y el precio medio de la canal experimentó un descenso del 10,7% respecto a 2006.
Un comportamiento similar han tenido el resto de inputs que marcan la estructura de costes de las industrias, como la factura energética, que ha experimentado un importante incremento en el caso de la electricidad y unos altos precios del combustible (hasta el descenso del petróleo en la última parte del año). A todo ello, se ha unido el impacto creciente de los costes laborales y de nuevos costes de naturaleza reglamentaria, a nivel comunitario y español, que generan cargas administrativas y económicas importantes para las empresas.
Todo ello ha dibujado un difícil panorama de márgenes y rentabilidad, dado que mataderos e industrias no han podido trasladar de forma fluida estos incrementos al precio final de los productos a sus clientes. De hecho, mientras que el precio de la canal (retribución al ganadero) se ha incrementado un 11%, el despiece utilizado por la industria lo ha hecho en un porcentaje muy exiguo (por ejemplo, los precios de dos de las piezas principales, jamones y lomos, sólo han aumentado un 2%), lo que ilustra la resistencia de la distribución a la repercusión de costes.
Además, la extrema concentración del sector de la gran distribución comercial ha continuado presentando un año más un escenario asimétrico de relaciones comerciales con la industria proveedora de alimentos, con dilatados plazos de pago –pese a la nueva normativa de comercio-, difíciles condiciones de entrada y mantenimiento en los lineales, deterioro de las marcas del fabricante frente al imparable avance de las marcas blancas y propias de la distribución, altísima competencia, etc. Por otra parte, la significativa retracción del consumo en la segunda mitad del año, tras la “oficialización” de la crisis económica, tampoco ha contribuido de forma favorable a la mejora de la situación.
El difícil acceso de las industrias a la financiación bancaria que viene marcando la crisis económica en la que nos encontramos, ha dificultado por otro lado la situación financiera de las empresas, sólo paliada en parte en los últimos meses del año el descenso del precio del petróleo, y va a suponer un freno a la inversión y los proyectos de desarrollo de nuestra industria.
Avances en producción y comercio exterior
Pese a que todos los indicadores señalados no han facilitado el que las empresas hayan podido desarrollar su actividad con cierta comodidad, nuestra industria cárnica ha navegado durante 2008 manteniendo sus posiciones en el maduro mercado interior y consolidando su avance en las ventas exteriores, todo ello en una coyuntura complicada para sacar adelante los proyectos de inversión, investigación y desarrollo estratégicos para el sector.
De hecho, se ha incrementado moderadamente el empleo en el sector, y tanto la producción de carnes y elaborados como el comercio exterior arrojan cifras sensiblemente positivas.
A falta de disponer de los datos definitivos de producciones y exportaciones para el año 2008 completo, con las proyecciones de las cifras ya disponibles, podemos decir que el pasado año la producción española de carnes creció moderadamente con respecto a los volúmenes sacrificados en 2007, produciéndose un aumento del 3-4% en carne de porcino (que podrá superar los 3,5 millones de toneladas) y en vacuno (un 5%, hasta las 670.000 toneladas) mientras que la carne de ovino consolida su tendencia decreciente con una bajada importante.
En cuanto a la actividad exterior, con los datos de los nueve primeros meses del año, la industria cárnica española mejora aún más la positiva balanza comercial de 2007, presentando una tasa de cobertura (valor de las exportaciones frente a las importaciones) de casi el 300%, frente a poco más del 200% en el año 2007. En conjunto, se produjo un importante incremento del 23% en volumen y del 21% en valor de nuestras exportaciones de carnes y elaborados con relación al mismo periodo del año anterior. Y en este sentido, es importante destacar el hecho de que en 2008 España ha superado por primera vez el millón de toneladas de productos cárnicos vendidos en los mercados exteriores.
En detalle, nuestro principal producto de exportación, las carnes de porcino, creció alrededor de un 25% tanto en volumen como en valor (lo que llevaría a cifras de casi 800.000 toneladas por importe de 1.500 millones de euros para los doce meses del año). Por su parte, la carne de vacuno progresó en este periodo un 35% en volumen y valor (lo que supondría 145.000 toneladas y 430 millones de euros) aunque, pese a mejorar de forma significativa la negativa evolución de 2007, todavía tiene una tasa de cobertura de sólo el 70%.
La evolución general de nuestros productos de mayor valor añadido es más moderada, y las ventas exteriores de todo tipo de elaborados crecieron alrededor de un 7%, hasta alcanzar cerca de 90.000 toneladas y 400 millones de euros. En todo caso, hay que destacar de forma muy especial la progresión de nuestros productos más emblemáticos, los jamones curados (tanto los de cerdo blanco como los ibéricos), que, con un importante crecimiento de alrededor del 17%, se situaron en 25.500 toneladas exportadas.
En relación con nuestra actividad exterior hay que dejar constancia de que durante 2008 han continuado los avances en la apertura o consolidación de mercados con importantes expectativas, como China, Japón, Australia, Estados Unidos, México, Canadá, Brasil, Singapur, etc., en los que nuestras empresas habrán de apuntalar el futuro del sector, frente a un mercado interior europeo saturado y con tasas de crecimiento de difícil evolución.
Los nuevos retos para 2009
Ante un mercado fuertemente globalizado y el panorama de crisis económica, resulta esencial para la industria cárnica mejorar su posición competitiva, la fluidez financiera y la mejora del conocimiento e imagen de los productos cárnicos.
El fomento de la innovación en la industria cárnica es una actividad sectorial estratégica. El desarrollo de proyectos empresariales de inversión en I+D+i, individuales o en cooperación, es fundamental para que las industrias aseguren su supervivencia y viabilidad a largo plazo, respondiendo a los retos de futuro en cuanto a nuevos requerimientos nutricionales, de salud y seguridad, de nuevos productos y formatos, etc. Por ello, en 2008 la industria cárnica se ha incorporado a la Plataforma Tecnológica Española con el objeto de facilitar la participación de las empresas en los programas nacionales e internacionales de innovación, acercarlas a los centros de investigación y tecnológicos, tanto públicos como privados, mejorando el conocimiento mutuo y las posibilidades de colaboración.
Durante el pasado año, el sector cárnico ha seguido trabajando bajo los parámetros de la “Estrategia NAOS”, puesta en marcha por el Ministerio de Sanidad y Consumo con el objetivo de contribuir de forma decidida a la mejora y el equilibrio nutricional de la población española y a la promoción de la salud. Es necesario seguir profundizando en la tarea de un mejor conocimiento por parte de la población del papel fundamental de la carne dentro de una dieta equilibrada, saludable y apetecible.
La industria cárnica dedica importantes recursos y trabaja conjuntamente con la Administración con el objetivo de incrementar los niveles de seguridad alimentaria y los sistemas de trazabilidad y control en el ámbito de la cadena de producción de carnes y derivados. En esta dirección, es muy necesario que se incrementen los mecanismos de control de las producciones ganaderas para evitar las amenazas a la seguridad alimentaria, que se generan en la mayor parte de los casos en la fase de producción primaria (el reciente caso de la carne de porcino con dioxinas en Irlanda es buen ejemplo de ello) y que repercuten de forma directa y grave en la industria.
En nuestro sector juegan un papel especial las medidas reglamentarias, que habitualmente llevan aparejados importantes costes para las empresas. Será necesario, pues, actualizar ciertas medidas ya superadas en relación con la EEB, como es la prohibición generalizada del uso de proteínas animales, junto a la derogación de las normas nacionales, tanto de requisitos higiénicos-sanitarios como de calidad, que no tengan un sustento en la normativa comunitaria. En el mercado único las reglas de juego han de ser también únicas, o se producirá una indeseable distorsión de la competencia.
Por el contrario, sí sería interesante aprovechar las posibilidades que la legislación de la Unión Europea ofrece para apoyar la diferenciación y aportar valor añadido a las producciones de calidad diferenciada, como es el caso de la proyectada Indicación Geográfica Protegida del cerdo ibérico extensivo.
En los aspectos económico-financieros es obligado moderar el aumento de los costes de producción, con especial preocupación por el desmesurado incremento de la factura eléctrica, y habrá que adoptar medidas que aseguren el acceso de las empresas a la financiación, cuya dificultad está en la base de la crisis económica en la que nos encontramos inmersos. El acortamiento de los plazos de pago, por su parte, contribuirá a aliviar las necesidades financieras de las pymes.
También será preciso fomentar una mayor eficiencia de la cadena alimentaria, reduciendo costes innecesarios, que sólo encarecen los productos para los consumidores, y contribuir a aumentar la transparencia y el equilibrio en las relaciones comerciales.
Finalmente, debería lograrse un mayor apoyo y coordinación pública en la promoción exterior, que como se ha visto es un elemento clave en sectores con tan clara vocación exportadora como el cárnico.
Gaia comunicación