El término «biofuel» hace referencia a combustibles de origen vegetal considerados ecológicos, como el biodiésel o el bioetanol, los dos tipos cuyo uso está más extendido. En principio pueden producirse a partir de cualquier materia biológica que contenga almidón, azúcar, aceite u otro tipo de grasa. Pueden utilizarse solos o mezclados con combustibles fósiles tradicionales como el diésel o la gasolina.
Múltiples ventajas
Las ventajas del uso de este tipo de combustibles son múltiples. En primer lugar, contribuyen a garantizar el suministro energético, al reducir la dependencia de las importaciones de gas y petróleo. Además, podrían mitigar los efectos del cambio climático, al reducir las emanaciones de dióxido de carbono a la atmósfera, y debido a su mayor capacidad de degradación en el medio ambiente.
El Consejo Europeo de marzo de 2007 estableció como objetivo que para el año 2020, el diez por ciento del combustible utilizado por los transportes en carretera en Europa sean biofuels.
Posibles inconvenientes
Sin embargo, a lo largo del año pasado diversos hallazgos científicos apuntaron la posibilidad de que no todo sea positivo en torno a los biofuels. Así, se dijo que para su producción es necesario consumir gran cantidad de energía, y que la agricultura intensiva libera gases de efecto invernadero como el óxido nitroso. También se alertó sobre el posible uso de suelo de alto valor ecológico para la producción de estos combustibles.
La agricultura intensiva a gran escala tendría asimismo efectos colaterales como la pérdida de biodiversidad, la destrucción de hábitats naturales o el aumento del consumo de agua como consecuencia del proceso de producción, además de la posible deforestación que causaría la falta de tierras cultivables. También preocupa el probable aumento de los precios de los alimentos que conllevaría el hecho de que grandes cantidades de cereal se destinaran a la producción de combustibles, lo que también podría derivar en escasez de alimentos o en conflictos por el control del suelo en países en vías de desarrollo.
Reducción de emisiones
Durante la reunión celebrada en el Parlamento Europeo, uno de los asuntos más debatidos fue la cantidad de emisiones de gases contaminantes que deben evitar los biofuels en relación a los combustibles fósiles. Mientras para la Comisión Europea la reducción debe fijarse en el treinta por ciento, la comisión encargada de Medio ambiente en la Eurocámara considera que el mínimo debería establecerse en el cincuenta por ciento.
Sin embargo, algunos participantes en el evento consideraron «arbitrario» fijar una reducción de emisiones, como la eurodiputada alemana del Partido Popular Europeo Anja Weisgerber, quien subrayó que de este modo «se excluirían la mayor parte de los biofuels que se producen actualmente en Europa».
A su vez, el presidente de la comisión parlamentaria de Medio Ambiente, el eurodiputado popular británico Neil Parish, destacó que «una de las principales ventajas de los biofuels es el aumento de la seguridad de suministro, pero la única forma de cumplir los objetivos propuestos pasa por la importación».
Ni blanco, ni negro
Los participantes no lograron ponerse de acuerdo sobre la forma de abordar todos estos aspectos. Como dijo el representante de la agencia de evaluación medioambiental holandesa, Bas Eickhout, «en los biofuels nada es blanco o negro: todo es gris». Y explicó que «pueden provocar una subida de los precios de los alimentos, contribuir a la pérdida de biodiversidad y recursos naturales e incluso hacer aumentar las emisiones de gases contaminantes», pero agregó que «sigue habiendo lugar para los biofuels; lo que hay que hacer es diferenciar entre los que son buenos y los que no, basándose en criterios de sostenibilidad».
En estos momentos, el Parlamento Europeo y el Consejo están negociando un acuerdo sobre la revisión de la directiva sobre calidad de los combustibles.
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