Estimados pescadores:
Su futuro está en el centro del debate de los Ministros de Pesca reunidos estos días en Bruselas. Tenemos que demostrar visión de futuro y sentido de responsabilidad para reformar la política pesquera común de tal manera que consigamos romper la espiral negativa del sector pesquero europeo. Sería muy injusto responsabilizarles sólo a ustedes, los pescadores, de la evolución negativa que se ha producido los últimos años. Todos hemos cometido errores: los políticos de Bruselas, de las capitales, de las regiones y también la propia industria.
Siento un gran respeto por su trabajo, por las muchas y duras horas que pasan en el mar, por su vinculación con el mar. Sé que están viviendo momentos muy difíciles: inseguridad, problemas económicos, poblaciones en declive. Y a esto se viene a añadir ahora la marea negra de Galicia. Comparto el sufrimiento de los pescadores y mejilloneros afectados. Sin tener culpa alguna, se encuentran afectados por este vertido catastrófico y ven amenazado su medio de vida. La Unión Europea no los va a abandonar a su suerte. Los pescadores que deban interrumpir la pesca como consecuencia de este desastre ecológico pueden contar con ayudas de la Unión para compensar el cese temporal de su actividad. Haremos todo lo que esté en nuestras manos para poder aplicar rápida y totalmente todas las posibilidades de ayuda con la mayor flexibilidad.
No todos los problemas se solucionan por sí mismos. La gestión insuficiente de las poblaciones de peces, los controles deficientes, el llamamiento insuficiente a la participación del sector y una política de subvenciones mal orientada han hecho que en los últimos años el sector haya ido perdiendo progresivamente su base de sustento por la sobrepesca y la disminución de las poblaciones. Demasiados buques persiguen con presión creciente un número de peces demasiado pequeño. Esto no sólo amenaza a las poblaciones de peces, sino que también hace que la pesca deje de ser rentable para muchos pescadores. Año tras año se pierden 8.000 puestos de trabajo, sin que nadie habla de ello. Cada vez más especies, sobre todo el bacalao, están en vías de desaparición.
Escaso favor hacen a los pescadores y a la pesca quienes en tales condiciones sigan afirmando seriamente que es en interés de los pescadores actuar como se ha hecho hasta ahora, es decir, limitarse a fijar cuotas de capturas y seguir fomentando con subvenciones millonarias una flota ya demasiado grande. Quien mantenga esto está deslumbrando a los pescadores con falsas promesas y exponiéndoles a la pérdida de aquello que necesitan para poder sobrevivir: recurso pesquero en cantidad suficiente.
Por ello carece de sentido acusar a la Comisión de pretender destruir puestos de trabajo con sus propuestas de reforma. Ocurre justamente lo contrario. Sólo con una política pesquera reformada a fondo será posible asegurar los puestos de trabajo a la larga. No obligamos a nadie a desguazar su buque ni a abandonar la pesca. Simplemente hacemos una oferta a cada pescador cuya renta resulte insuficiente para que pueda abandonar el sector con dignidad y con su correspondiente ayuda financiera.
El desmoronamiento de las poblaciones de bacalao es un ejemplo típico de lo que sucede cuando no tomamos las riendas de la situación. No puedo comprender que todavía haya quien siga afirmando que fijar cuotas es suficiente. ¿Qué que tendrá que pasar todavía? ¿Debemos esperar a que el bacalao desaparezca por completo, como ha sucedido en aguas de Canadá, para que reconozcamos que no actuar es también una forma de actuar, pero a largo plazo sobre todo contraria a los intereses de los pescadores que, como en Canadá, pierden todos sus puestos de trabajo?
En los últimos meses he escuchado muchos intentos de explicación de pescadores, industria y políticos. Hay un punto en el que rápidamente todo el mundo se pone de acuerdo: «Tampoco está tan mal la cosa, los científicos se equivocan». Ya se sabe que los científicos no son visionarios ni siempre tienen razón. Sin embargo, ya desde hace años han reconocido correctamente muchas deficiencias, han recomendado inútilmente la fijación de cuotas de captura más bajas Y TAMBIÉN la reducción del esfuerzo pesquero. La crisis del bacalao demuestra que, por desgracia, tenían razón. La población de bacalao del Mar del Norte ha quedado reducida hoy a 37.000 toneladas. Esta población podría producir anualmente hasta 200.000 toneladas de capturas si se explotara de manera razonable. Esta situación catastrófica demuestra que una reforma es la única posibilidad de brindar un futuro mejor al sector pesquero europeo.
Claro está que no todas las poblaciones se hallan en una mala situación. Así, de momento, no hay ningún problema para el arenque. Otras especies, como la solla, no sufren una amenaza directa de desaparición pero ya se hallan fuera de los límites biológicos seguros. Hay algo, sin embargo, que sí es evidente: de mantenerse la tendencia actual, de no producirse un cambio de política, también estas poblaciones entrarán en crisis dentro de unos años. Y esto es lo que la Comisión trata de evitar.
No queremos aplicar a todos los casos el mismo rasero. Por eso queremos establecer planes de explotación plurianuales adaptados a la situación biológica de las poblaciones. Allí donde el bacalao esté en situación desesperada tenemos que utilizar todas las herramientas posibles, desde la reducción de días en el mar, pasando por el incremento de los controles, hasta el empleo de redes de captura con mallas mayores. En el caso de las poblaciones que no estén amenazadas no harán falta tales medidas porque la aplicación de las cuotas de captura y los correspondientes controles ya bastarán para preservar estas poblaciones.
Afortunadamente existe unanimidad sobre algunos elementos de la propuesta de la Comisión: todos los ministros están de acuerdo con el aumento de los controles y la armonización de las sanciones. No se puede explicar a un pescador irlandés por qué su multa por pesca ilegal asciende a 12.700 euros mientras que su colega finlandés sólo debe pagar 84 euros por el mismo delito. Esto tiene que cambiar.
El punto más difícil es la cuestión de la subvención de la flota. Proponemos que se mantengan aquellas ayudas públicas que sirvan para mejorar la seguridad, las condiciones de trabajo y la higiene a bordo. En cambio no queremos autorizar más ayudas para la modernización o la construcción de nuevos buques.
En adelante queremos canalizar este dinero hacia quienes más lo necesitan, hacia los pescadores que debemos respaldar financieramente para que puedan diversificar su actividad. Para esto queremos poner a su disposición un programa social bien dotado.
Quien abogue por mantener la situación actual de las ayudas públicas sigue tomando el rumbo de la reducción y desaparición de las poblaciones de peces. Estoy convencido de la inutilidad de repartir con una mano dinero para el desguace de buques y con la otra para la construcción de buques nuevos. Esto supondría seguir aumentando la presión sobre las poblaciones amenazadas y sufragar este absurdo con el dinero de los contribuyentes. Imagínense las consecuencias: los recursos siguen disminuyendo y las poblaciones más amenazadas se desmoronan. Los pescadores sufren pérdidas y cada vez más explotadores de buques modernos y caros se declaran en quiebra al no poder pagar sus deudas. Consecuencia: aún más pérdidas de empleo.
La realidad es ésta: si el Consejo no llega a ninguna decisión sobre la reforma, a partir del 1.1.2003 ya no podré dedicar más créditos a la política de flotas. Es la consecuencia jurídica de la decisión que tomaron los Ministros de Pesca en diciembre de 2001.
De ahí que sea en interés de todos llegar a un compromiso sensato. Para esto se necesitará flexibilidad por parte de todos. La Comisión está dispuesta a ello. Pero yo no daré mi visto bueno a ninguna solución a medias que sólo aporte retoques de fachada sin atacar los problemas de la política pesquera en su raíz, porque esto no les ayudaría ni a ustedes, los pescadores, ni a los peces.
Espero de ustedes no sólo comprensión sino también una colaboración constructiva. En efecto, sin su apoyo no lograremos dar al sector pesquero europeo un futuro inducido por reformas realistas.
Muy cordialmente suyo,
Franz Fischler
UE