Los análisis de ADN realizados por un equipo de investigadores españoles y griegos revelan que más del 30% de los productos de merluza que se comercializan en España y Grecia están mal etiquetados, según publican en el Journal of Agricultural and FoodChemistry.
“Hemos encontrado que merluzas capturadas en África se etiquetan como americanas o europeas, por las que el consumidor paga un precio mayor”, informa a SINC Eva García Vázquez, profesora de la Universidad de Oviedo y coautora del trabajo.
Los investigadores analizaron 93 paquetes de merluza fresca y de distintas marcas de congelados en diversos hipermercados entre los años 2004 y 2006. Tras comparar lo que ponía en la etiqueta con lo que revelaba el ADN, se detectó que el 31,5% de los lotes indicaban mal el nombre científico de la merluza o su origen.
El estudio se repite en 2010 con otros 18 lotes y se confirma que la información que aparece en el 38,9% de las etiquetas es errónea. Así, por ejemplo, especies propias de Sudáfrica, como Merluccius capensis, se etiquetan como merluzas de Sudamérica (M. hubbsi) o como la única que existe en aguas europeas (M. merluccius). Los productos peor etiquetados son los que contienen los filetes o colas de este pescado.
El error podría deberse a una confusión durante el marcado que se realiza en los centros de distribución, pero curiosamente las merluzas “baratas” de África son las que se etiquetan como las “caras” de Europa o América, y no al revés, por lo que el estudio sugiere que se está cometiendo un fraude.
“Este fraude solo beneficia a los que venden el producto o a los intermediarios, pero no a los pescadores o productores de África, cuyo bajo salario probablemente es el que esté detrás del menor precio de la merluza procedente de ese continente”, aclara García Vázquez.
Los precios de las distintos tipos de merluzas oscilan con los años en los mercados internacionales, pero, en general, en los hipermercados y centros de congelado españoles se pagan precios más elevados por la merluza europea y americana frente a la africana.
En 2010 un trozo de merluza congelada procedente de Sudamérica costó de media 11,72 €/kg, mientras que la de Sudáfrica valió 6,79 €/kg.
Calidad similar, pero derecho a la verdad García Vázquez subraya que las propiedades nutritivas de todas las especies de merluza son “prácticamente las mismas”, por lo que el consumidor no debe preocuparse por lacalidad del producto, “pero sí está en su derecho de conocer la especie que come y su origen”.
Esta información cobra más relevancia para las personas alérgicas a determinadas especies, o en momentos puntuales, como cuando se producen episodios de contaminación o vertidos de petróleo en alguna zona marina. Aunque todos los lotes de pescado deben pasar los controles sanitarios reglamentarios, el comprador puede decidir no adquirir la merluza del área afectada, y para ello necesita conocer la verdad sobre su procedencia.
La normativa obliga a que las etiquetas de las cajas o embalajes del pescado, sea fresco o congelado, indiquen –entre otras características– el nombre científico de la especie, su denominación comercial, el método de producción (pesca extractiva, en el caso de las merluzas) y la zona de captura. La FAO ha establecido las áreas marinas de referencia.
En este estudio también han participado investigadores de la Universidad Aristóteles de Tesalónica (Grecia), que han realizado los mismos análisis en productos con merluza del país heleno. Los resultados han sido similares a los encontrados en España
SINC