Uno de los principales objetivos de este grupo de investigadores, dirigido por Soledad Rubio, es el diseño y síntesis de disolventes llamados supramoleculares, es decir, líquidos constituidos por agregados de moléculas compatibles con el medio ambiente. “Los disolventes convencionales denominados orgánicos son muy tóxicos y volátiles; de hecho la Comisión Europea estima que el 35% de las emisiones de compuestos orgánicos volátiles a la atmósfera proceden del uso de esos disolventes, los cuales se utilizan en grandes cantidades en la industria y los laboratorios químicos”, explica Rubio.
La gran capacidad de los disolventes supramoleculares para extraer de forma eficaz una gran variedad de contaminantes en productos agroalimentarios ha permitido a este grupo de la UCO desarrollar tratamientos genéricos que pueden aplicarse a múltiples muestras y contaminantes. De esta forma, se simplifica el proceso de control de calidad de los alimentos, además de reducir el tiempo y costes a los laboratorios.
Asimismo, el tratamiento es compatible con cualquier sistema de detección, también con los métodos utilizados para medidas de campo y comercializados por una gran variedad de empresas. De ahí que, el grupo esté desarrollando una patente de este proceso y dos empresas, la estadounidense Abraxis y la húngara Softflow, hayanmantenido contactos con la UCO para la aplicación de los disolventes supramoleculares en combinación con los métodos inmunoquímicos que comercializan.
En el proyecto, los investigadores han desarrollado metodologías para la detección de micotoxinas. Se trata de unos tóxicos producidos por hongos que contaminan los productos agrícolas, originan importantes efectos nocivos sobre la salud y causan considerables perjuicios económicos. Según detallan los expertos, “aproximadamente el 25% de las notificaciones recibidas por el Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos de la Unión Europea son provocadas por las micotoxinas”.
Gracias al interés que despiertan estos disolventes, el grupo colabora desde hace dos años con el Institute for Environmental Studies (VU University, Amsterdam) en el desarrollo de metodologías para la detección de compuestos perfluorados en alimentos, peces y aves. Estos compuestos se han utilizado a gran escala desde los años 50 en materiales de recubrimiento y son objeto de gran preocupación debido a su proliferación en el medio ambiente, sobre todo, en océanos, y a su presencia en sangre de humanos.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria ha establecido que debe evaluarse la exposición del hombre a este tipo de contaminantes, sobre todo, el aporte introducido por la dieta. En este sentido, el grupo de Rubio investiga en el desarrollo de métodos que permitan construir base de datos fiables sobre la concentración de perfluorados en alimentos
Europa Press