El pasado sábado, 31 de julio, los países miembros de la Organización Mundial del Comercio alcanzarón un acuerdo para avanzar en la liberalización comercial a escala mundial, dentro de este marco tiene especial protagonismo la liberalización del mercado internacional de productos agrarios. Este acuerdo, en contra de lo que se afirma desde la propia Organización Mundial del Comercio, supone un duro golpe para la agricultura familiar europea y no significará mejora alguna para los productores y las sociedades de los Países en Vías de Desarrollo.
COAG no sólo rechaza el contenido del acuerdo, sino que denuncia que se haya zanjado, precisamente, el último día del mes de Julio, cuando la ciudadanía está menos prendiente de la actulidad y sin capacidad de respuesta. Este proceder subraya el carácter poco Democrático de la OMC, que aplica el rodillo liberalizador para facilitar el camino a las empresas multinacionales, que son las que realmente sacan provecho de sus disposiciones.
Rafael Hernández Reyes, Responsable de producción agrícola de COAG ha declarado que «la apertura del mercado agrícola beneficiará a las multinacionales de este sector, ya que permitirá a éstas producir con bajos costes en países menos desarrollados, con mano de obra explotada y modelos de producción nefastos para el medio ambiente y la seguridad alimentaria, y exportar esas partidas a regiones más ricas, con unos márgenes comerciales elevadísimos, lo que destruye el tejido productivo familiar de los Estados que reciben estas mercancías, un tejido rural familiar que se basa en unos modelos respetuosos con el entorno y que aseguran la calidad y las seguridad de los alimentos ».
COAG mantiene que no se puede anteponer la promoción de una agricultura exportadora centrada en monocultivos, sin asegurar un tejido productivo extendido sobre la base de la población que vive y trabaja en el campo, basado en la diversificación de cultivos que cubran la mayor parte de las necesidades del país y sin potenciar la transformación alimentaria y sus propios mercados internos. Es necesario defender el concepto de soberanía alimentaria, entendido como el derecho de cada pueblo a definir sus propias políticas agrarias y alimentarias ya que la experiencia ha demostrado los perversos efectos de las zonas de libre comercio para los núcleos rurales; miles de campesinos obligados al abandono de su explotación para desplazarse a las zonas urbanas.
COAG