La persecución humana directa fue responsable, durante la última década del siglo XIX y los primeros 60 años del siglo XX, de una reducción espectacular del águila imperial ibérica En torno a 1970 había desaparecido de Portugal y Marruecos, y su distribución se encontraba limitada al cuadrante suroccidental de nuestro país.
Sus poblaciones, fragmentadas y de pequeño tamaño, sufrieron el efecto de la disminución del conejo, su presa fundamental, por la introducción de la mixomatosis. Además, en los años 60-70 hizo su aparición una nueva causa de muerte para la especie: la electrocución en tendidos eléctricos de distribución.
Este último factor llevó a muchas de sus poblaciones a situaciones realmente alarmantes. En los últimos años, la reaparición del uso de venenos en cotos de caza ha acentuado notablemente el riesgo de extinción de esta ave de presa.
Miguel Ferrer, investigador en la Estación Biológica de Doñana, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pronuncia esta tarde una conferencia dentro del ciclo Biodiversidad y conservación, organizado por la Fundación BBVA y el Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), en la que abordará el tema de la conservación del águila imperial ibérica (Aquila adalberti), una de las cuatro especies de aves de presa más amenazadas del mundo y el águila más escasa del continente europeo.
Actualmente, la población mundial del águila imperial ibérica, toda ella en territorio peninsular español, está estimada en poco mas de 120 parejas. Por su reducido estatus y para promover su conservación fue elegida ave del año 2000. Su población consiste en una serie de subpoblaciones de pequeño tamaño (menos de 30 parejas) con un nivel de intercambio medio-bajo, estando algunas de ellas claramente aisladas.
Este tipo de distribución es típicamente inestable y paso previo habitual de los procesos de extinción. La posibilidad de persistencia de este tipo de sistemas es muy sensible al nivel de intercambio entre subpoblaciones, tanto por aspectos genéticos como por la recuperación de extinciones locales.
En 1998, el CSIC y FUNGESMA (GSK) firmaron un convenio para la recuperación del águila imperial ibérica con la intención de conocer qué factores críticos impiden su recuperación y cómo actuar de forma eficaz sobre ellos. El objetivo del convenio es el análisis de la viabilidad de la actual metapoblación (conjunto de subpoblaciones), su estructura genética y, de acuerdo con los resultados, proponer las actuaciones necesarias para aumentar con la mayor rapidez posible la estabilidad y persistencia de la población mundial de la especie, incluyendo entre las posibilidades la creación de nuevas poblaciones puente que sirvan para aumentar los intercambios entre las ya existentes. En la conferencia de hoy, el Dr. Ferrer expondrá los principales resultados aplicables a la conservación obtenidos en la fase de investigación científica.
Miguel Ferrer, doctor en ecología, dirigió entre 1996 y 2000 la Estación Biológica de Doñana, centro en el que sigue desarrollando su labor investigadora. Está especializado en biología de la conservación, conservación de especies amenazadas y disminución de impactos de infraestructuras. Es director de la Raptor Research Foundation y ha publicado más de 50 artículos en revistas especializadas y siete libros.
CSIC