Consumidores y conservacionistas hacen frente común contra el veneno para erradicar los topillos

La Junta de Castilla y León reconocía la pasada semana que no puede garantizar que el grano envenenado que se está distribuyendo en más de 600 municipios de la región no sea accesible a especies distintas del topillo. De hecho, la técnica empleada, consistente en depositar este veneno en pequeños contenedores cilíndricos, no resulta efectiva. No en vano, se ha observado en el campo cómo el grano contaminado se sale de los tubos y puede ser fácilmente extraído con cualquier pequeño movimiento.

Pocas horas después del comienzo de la media veda, la propia Consejería de Sanidad de la Junta emitió un comunicado recomendando, para evitar intoxicaciones, no consumir ninguna de las especies cinegéticas abatidas en las zonas donde se ha dispersado la clorofacinona. La media veda es una época de caza en la que se capturan distintas especies de palomas, así como codornices, todas ellas consumidoras de grano (muy susceptibles de ser envenenadas) y habitualmente consumidas por los cazadores o en establecimientos especializados. Además, son especies migradoras, por lo que los municipios que no han sido tratados con colorofacinona corren un riesgo alto de recibir aves intoxicadas provenientes de otras zonas

Inexplicablemente la administración regional no ha tenido en cuenta los informes elaborados por el Servicio de Toxicología y Veterinaria Forense de la Universidad de Murcia y del Departamento de Ciencias Biomédicas de la Universidad de León, a raíz de los envenenamientos del pasado mes de marzo. En estos informes se advertía del “riesgo de intoxicación diferida” o de los “riesgos para la salud humana” que la ingesta de animales afectados por clorofacinona podría tener para las personas.

Asimismo, no hay que olvidar que los venenos anticoagulantes pueden llegar a la cadena trófica humana de varias formas; es sabido que las mayores concentraciones de topillos se dan en zonas con cierta humedad y en las cercanías de vegas, arroyos y humedales. De esta forma, el ahogamiento masivo de topillos y otras especies repletas de sustancias tóxicas podría llevar de manera indirecta estos productos a manantiales, arroyos y acuíferos, acabando en el agua que posteriormente consumen personas y ganado doméstico.

Además, el veneno utilizado, por ejemplo, en el regadío puede acabar en las hortalizas cultivadas al incorporarse rápidamente al suelo a través del riego y ser absorbido por patatas, remolachas y otras plantas de gran poder de captación de las sustancias del suelo.

Por otra parte, hay que considerar que miles de personas de multitud de pueblos (veraneantes, turistas, etc) desconocen las medidas tomadas por la Junta y pasean por caminos tratados con veneno sin tener conocimiento al no estar señalizados. Igualmente, los niños pueden verse atraídos por los tubos o los granos envenenados, tintados de forma llamativa. Hay que recordar que la clorofacinona tiene una toxicidad aguda para el ser humano por vía oral.

En cuanto a la caza, el tratamiento con grano envenenado puede traer consigo la desaparición masiva de especies como la liebre y el conejo, pues los mamíferos son especialmente sensibles a esta sustancia. Por otro lado, la grave afección a las aves también supone un serio revés para especies como perdices rojas, anátidas, codornices o palomas (dentro de este grupo, las tórtolas y las palomas zuritas están en franco declive en las dos últimas décadas). Finalmente, hay que resaltar que los perros de caza corren también un grave riesgo de intoxicación, al ser susceptibles de consumir con facilidad los roedores y otras especies silvestres intoxicadas.

Las asociaciones conservacionistas reiteran que el grano envenenado afectará directamente a especies protegidas como avutardas e infinidad de pequeñas aves. Además, muchas especies predadoras consumirán los topillos intoxicados y morirán por intoxicación secundaria. Entre los predadores de roedores que se verán afectados destacan más de 30 especies, carnívoros terrestres, rapaces nocturnas y diurnas, reptiles y córvidos, todos ellos eficaces cazadores de topillos. Los predadores, especialmente las aves, tienden a concentrarse allí donde se producen las plagas.

La merma de predadores naturales por la afección del veneno supondrá que el papel de control de roedores no sea el deseado, ni ahora ni en años venideros, cuando la población de topillos se estabilice por su propia evolución cíclica y sean entonces las especies de predadores especialistas las que mantengan en niveles bajos a este roedor.

Por todo ello, la Federación de Consumidores en Acción y las asociaciones conservacionistas WWF/Adena, Seo/BirdLife, Plataforma para la defensa de la Cordillera Cantábrica, Fundación Global Nature, Ecologistas en Acción y Ascel solicitan a la Junta de Castilla y León:

La paralización total de la administración del veneno por un elemental principio de precaución, por conocerse ya los graves riesgos para la salud de las personas y para la supervivencia de especies animales (protegidas, domésticas y cinegéticas) que supone el uso en campo abierto y de forma masiva de estos productos, cuya utilización sólo debería hacerse de forma estrictamente controlada.

WWF/Adena

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