Crean una técnica que detecta toxinas marinas en una hora

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El nuevo sistema, en el que también ha colaborado la Universidad de Vigo, es capaz de determinar de forma rápida y sencilla la presencia de estas sustancias peligrosas procedentes de las microalgas en una muestra de fitoplancton.

«Es una técnica cualitativa auxiliar que permitiría al centro de control, una vez constatada la presencia de determinada toxina, decidir qué otro método específico y cuantitativo se puede utilizar para clarificar la situación. Por ejemplo, si se detectan toxinas del grupo del ácido okadaico, que es el que provoca la diarrea, se recurría a las técnicas de inhibición de fosfatasas, que pueden tardar una hora y media o dos», explica el investigador del CSIC José Franco.

Además de facilitar a centros como el Intecmar la definición de la estrategia a seguir frente a las mareas rojas el término con el que se generaliza la multiplicación de microalgas productoras de toxinas, este método pionero redunda en beneficios para la salud del consumidor y el sector extractivo. «Las bateas no pueden parar su actividad como si fuesen una fábrica. Los mejillones siguen su ciclo vital y avisar a los productores de que hay que cerrar los polígonos cuando están cargados de moluscos les hace mucho daño», añade el experto.

José Franco y Pilar Riobó, de la unidad asociada CSIC-IEO en fitoplancton tóxico, colaboraron en el desarrollo de este método con Beatriz Paz, del área de proteómica del Cacti, el centro de apoyo científico de la Universidad de Vigo, cuyos equipamientos fueron utilizados durante la investigación. Los tres son los autores del artículo que aparece publicado en el número 25 de la revista «Rapid Communications in Mass Spectometry».

Su método detecta la toxina sin necesidad de que los investigadores deban identificar las microalgas a la luz del microscopio. Una clasificación «relativamente compleja» que además alargaría todo el proceso.

Las técnicas actuales de detección, sin embargo, se aplican directamente sobre los moluscos y requieren varios pasos de separación de toxinas y análisis químicos para la posterior cuantificación por espectometría de masas. «Son relativamente complejas y largas, pero la nuestra daría el mismo resultado en menos tiempo», explica Franco.
Su sistema ha demostrado mayor efectividad con biotoxinas que presentan un elevado peso molecular por encima de 800 dalton porque facilitan la separación de los distintos grupos. Por ello, los investigadores centran ahora sus esfuerzos en «perfeccionar» los resultados con biotoxinas de una masa inferior, como la amnésica y la paralizante, y que ofrecen más dificultades para el análisis al ser muy solubles en agua.

Dichos avances se producen en un contexto en el que tanto la legislación sobre toxinas marinas como la preocupación por la seguridad alimentaria van en aumento, aunque la aplicación final de las nuevas técnicas depende del esfuerzo económico de las administraciones.

Aquahoy

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