Cultivos de la garrocha, sabor genuino de las raíces de la tierra

Huertos y campos de cultivos en Santa Pau_Foto. Alex Sagnier

La payesía es una “ciencia” arraigada en la sabiduría popular secular, uno de los fundamentos de la cadena alimentaria de la sociedad y, por extensión, de la economía. Ser campesino es un honor porque dedicarse a ello cuesta mucho esfuerzo y mucho sudor. La payesía está bien arraigada en la Garrocha. El orgullo y la satisfacción de transmitir lo propio hace que saborear frutas y verduras, por ejemplo, resulte una experiencia inigualable.

PECULIARIDADES DE NUESTRA COMARCA
Los productos naturales más representativos de la Garrocha, aportan en todo momento aquello que los distingue en cualquier lugar: la esencia volcánica que llevan dentro, principalmente.

La tierra volcánica es rica en minerales imprescindibles para el organismo (silicitos, hierro, sodio, potasio) y oligoelementos, lo cual ayuda a mantener una buena alimentación. Se trata de suelos con abundancia de nutrientes naturales procedentes de las entrañas del planeta.

La calidad organoléptica de los productos que encontramos en la comarca –tanto el aroma como el sabor, la textura, etc que los caracterizan- sólo es posible gracias a las propiedades de los sustratos donde se desarrollan y al clima donde crecen.

Nuestros cultivos gozan de una temperatura media anual de 23 ºC, de un pluviometría anual aproximada de 800 l/m2 y de un buen número de horas de luz al año, que se reparten en cuatro estaciones más o menos diferenciadas.

Según el cocinero Pep Nogué, ahora, en la comarca, es un buen momento para la trufa, el frijol y el “farro”. A partir de estos elementos nos recomienda, por ejemplo, una buena sopa de frijoles salteada con setas y langoniza de la olla.

Además, los confitados, guisados y estofados son una fórmula casera muy practicada en las casas de labradores, para disponer y gozar cualquier día del año de una despensa bien provista. Cuando los inviernos eran más largos y crudos, cuando ni si quiera existían los pequeños comercios de alimentación (en catalán, “de queviures”, de qué vivir, pluralizado), esta era una manera de poder alimentarse y deleitarse con los productos de la tierra fuera de temporada.

DIVERSIDAD DE CULTIVOS
Según datos estadísticos de 2010 del Gabinete Técnico del Departamento de Agricultura, Ganadería, Pesca, Alimntación y Medio Natural de la Generalitat de Catalunya, la Garrocha tiene una superficie de 73.430 Ha, de las cuales el 8,61% corresponden a cultivos herbáceos, (sin contar pastos y prados naturales) y el 0,06%, a leñosos. De los herbáceos, el 79,55% (5.032,5 Ha) son de secano y el restante 20,44% (1.293,2 Ha) son de regadío.

De los leñosos, el 74,39% (30,8 Ha) son de secano y 2l 25,60% (10,6 Ha) son de regadío.

Como cultivos herbáceos, según la misma fuente, encontramos el trigo, “l’ordi”, la cebada, el sègol, el triticale, el maíz, el sorgo, el garbanzo, otros cultivos de leguminosas, el girasol, la soja, la colza, los cereales de invierno para forraje, el raigrás, otras gramíneas, alfalfa, la trepadella, otras hortalizas, las praderas polifitas (prados artificiales con más de una variedad sembrada, con el objetivo de mejorar la producción y reducir los trabajos agrarios a cada 3-5 años) y plantas ornamentales.

El maíz de secano es el más extendido con 928,5 Ha cultivadas en 2010 y se localiza básicamente en el Valle de Bas.

Como cultivos leñosos encontramos manzanos, perales, nogales, avellanos, cepa de uva para vino y olivo para aceite de oliva.

ALTERNATIVAS
En la Garrocha se practican la agricultura ecológica (también conocida como bioagricultura o agricultura orgánica), y la convencional. Según algunas fuentes no se practica la agricultura integrada, que es una combinación de ambas.

Ninguna de estas modalidades puede considerarse una verdad absoluta, desde el momento que resulta imposible garantizar que los criterios que las definen, se cumplen al cien por cien. Por ejemplo, si de manera involuntaria el transporte que se utiliza emite CO2 en exceso (aunque sea de los proveedores, de la distribución, etc), ya está contaminando el concepto que defiende. Son términos socialmente aceptados, pero que deben ser aplicados con rigor y honestidad.

La agricultura ecológica se basa en métodos tradicionales y artesanales y es reticente a cualquier aportación que pueda alterar los procesos considerados naturales. Así pues, no permite el uso de fertilizantes, pesticidas, sustancias químicas de síntesis y prohíbe expresamente cualquier relación con posibles modificaciones genéticas de las variedades que se produzcan. Como abonos se utilizan el estiércol y los purines.

Según la PAE (Producción Agraria Ecológica), para diferenciar a simple vista los productos ecológicos de los que no lo son, conviene saber que “los alimentos ecológicos certificados llevan en Cataluña el sello del Consejo Catalán de de la Producción Agraria Ecológica (CCPAE)”. En caso que no sea así, deberemos fiarnos de la conciencia de quien nos los ofrece. En el ámbito comarcal existe un colectivo de productores agroecológicos llamado “Xarxa Tràmec”, que aglutina quince productores locales, uno del Pla de l’Estany y uno del Alt Ampordà.

Los principales productos de agricultura ecológica en la Garrocha son todo tipo de hortalizas, frutas cereales, harinas, piensos y mermeladas.

Los cultivos ecológicos pueden competir en valor respecto a los otros. El importe dependerá del precio que cada comerciante o distribuidor pida y del que los consumidores estén dispuestos a pagar (la oferta y la demanda).

Por otro ldo, el Centro de Conservación de Plantas Cultivadas de Can Jordá, del PNZVG (Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrocha), realiza un labor de conservación de las variedades tradicionales, investigación científica, divulgación y fomento el cooperación entorno a la agricultura biológica.

La agricultura convencional es aquella que permite aportaciones ajenas a la producción por sí misma, como el uso de fertilizantes complementarios (abonos químicos, por ejemplo), l intervención de las nuevas tecnologías para actuar en los ciclos vitales, la aplicación de tratamientos fitosanitarios, etc.

La agricultura integrada es un término medio entre las dos anteriores, que permite el uso de métodos selectivos de apoyo, como puede ser la utilización de feromonas, etc.

Según el Consorcio de Comercio, Artesanía y Moda de Cataluña, en la Garrocha hay veintiuna explotaciones que comercializan directamente sus productos. De estas, nueve ofrecen verduras, hortalizas, setas, cereales, legumbres, fruta fresca y fruta seca de la comarca. Las plantas aromáticas, culinarias, medicinales y remedieras han de considerarse de recolección y no de siembra o plantación, pese a que en algún caso puedan obtenerse por estos métodos.

En la Garrocha no se dan productos transgénicos, lo cual contrasta con Lérida donde más del 50% del maíz, lo es.

Alex SagnierT. E. Forestal (www.alexsagnier.blogspot.com)

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