El trabajo, que ha merecido la portada del último número de la revista Proceedings of the National Academy of Science (PNAS), ha sido realizado por los investigadores del CSIC Manuel Rodríguez Concepción y Gabriela Toledo Ortiz, del Centro de Investigación Agrigenómica (consorcio del CSIC, la Universidad Autónoma de Barcelona y el Institut de Reçerca i Tecnologia Alimentàries), en Barcelona. El equipo ha contado con la participación de Enamul Huq, de la Universidad de Texas.
El papel de los carotenoides es conocido. La planta produce más cuando la cantidad de luz recibida es mayor y, a la inversa, produce menos cuando recibe menos sol. La comunidad científica conoce también el gen que activa su producción, la enzima fitoeno sintasa. “Lo que no se sabía hasta ahora es cómo la planta comunica al gen que necesita más carotenoides para que se active ”, explica Rodríguez.
Según el estudio, el mecanismo surge de la interacción entre los fitocromos, los receptores de luz de las plantas, y el factor de transcripción PIF 1, una proteína que se une tanto a los fitocromos como al gen fitoeno sintasa, inactivándolo.
Cuando perciben la luz, los fitocromos interaccionan con PIF 1 y lo degradan, de forma que ya no inhiben la actividad del gen de la fitoeno sintasa y se genera una gran cantidad de carotenoides para proteger a la planta del daño oxidativo.
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