El hambre, la malnutrición y la pobreza son causa directa de numerosas discapacidades físicas y psíquicas. Entre 250.000 y 500.000 niños se quedan ciegos cada año por falta de vitamina A. Son más de 16 millones los discapacitados psíquicos en el mundo y cerca de 50 millones las personas con lesiones cerebrales producidas por la carencia de yodo. Más de la mitad de las mujeres embarazadas en el mundo están anémicas; la gran mayoría de ellas, un 90%, vive en países en desarrollo.
Pero las discapacidades son también a su vez causa de hambre y pobreza, especialmente en las zonas rurales, donde los servicios sociales y las oportunidades económicas son limitadas, asegura la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). "Las personas portadoras de discapacidades son marginadas, no son consideradas económicamente activas y esto las atrapa en un círculo vicioso" , explica Lawrence Jacobson, punto focal de la FAO para la integración de los discapacitados rurales en los programas de desarrollo.
Reducir la cifra actual de 600 millones de personas discapacitadas en el mundo se puede conseguir mejorando la nutrición y la producción de alimentos, e integrando a las personas con discapacidades en los programas de desarrollo rural. Dos proyectos pilotos de la FAO en Tailandia y Camboya son un ejemplo de ello.
Tailandia tiene más de un millón de personas con algún tipo de discapacidad, lo que supone en torno al 1,8% de la población total. La mayoría de ellos viven en el nordeste, la parte más pobre del país. La Oficina Regional de la FAO in Bangkok ha desarrollado un innovativo programa de capacitación basado en el cultivo de hongos para estimular la emprenditoría de los agricultores rurales con discapacidades. Los hongos forman parte integral de la dieta tailandesa, por lo que su comercialización está garantizada. Además, la inversión económica inicial para este cultivo es muy pequeña y se obtienen resultados casi inmediatos.
"El cultivo de los hongos les ha devuelto la confianza en sí mismos", explica Jacobson. "Estas personas han adquirido las habilidades y el modo de ganarse la vida. Ahora son autosuficientes y lo más importante, pueden transmitir sus conocimientos a otras personas en su comunidad. Esta es, precisamente, una de las razones del éxito del proyecto" .
En Camboya, la tasa per capita de discapacitados es una de las más altas del mundo. La guerra y las minas anti-personal han dejado a más del 2% de la población marginada y con algún tipo de discapacidad. Un programa conjunto de la organización Handicapped International y del Programa de Manejo Integrado de Plagas de la FAO está ofreciendo capacitación a las personas discapacitadas para aumentar sus ingresos, mejorar sus cosechas y recuperar su autoestima, en el contexto de sus comunidades.
"Este proyecto no está dirigido a los agricultores discapacitados como un grupo aparte", explica Robert Nugent, Oficial Nacional del Programa de Manejo Integrado de Plagas de la FAO. "No hay que aislarles del conjunto sino todo lo contrario. Hay que integrarles en su comunidad y considerar la realidad agrícola como un todo. Hay que ver al conjunto de agricultores como un todo, como un grupo de facilitadores, de organizadores, de científicos. Este modelo se puede reproducir en cualquier lugar del mundo donde sea necesario colocar al centro a los agricultores, por encima de los razonamientos exclusivamente productivos" .
Lawrence Jacobson añade: "Luchar contra el hambre en el mundo significa alimentar a todas las personas que pasan hambre. Los discapacitados rurales en los países en desarrollo son un grupo vulnerable y, con demasiada frecuencia, invisible. Es esencial que los programas de desarrollo tengan en cuenta sus necesidades específicas".
FAO