Discurso de apertura de Franz Fischler de recuperación a largo plazo del bacalao y la merluza

Señoras y Señores:

Agradezco que se me haya brindado la oportunidad de presentar hoy el debate sobre las estrategias de recuperación a largo plazo de las poblaciones de bacalao y merluza. En esta presentación me gustaría en primer lugar informarles de los cambios que proponemos introducir en el plan provisional de recuperación del bacalao, para luego centrarme en los principios y factores de la recuperación de ambas especies a largo plazo. Me satisface en grado sumo comprobar la presencia de tantos participantes procedentes de tantos lugares de Europa, como representantes del sector pesquero, la comunidad científica y los gobiernos, dado que el nuevo Reglamento de base en materia de pesca afirma lo siguiente:

«La política pesquera común se guiará por la amplia participación de todos los interesados en todas las fases, desde la de concepción a la de aplicación.»

Pues bien, ustedes son precisamente esos interesados, y el tema central de esta reunión es justamente el diseño de las políticas. La Comisión no se ha presentado aquí con ideas preconcebidas. No es una cuestión que «se toma o se deja». Estamos aquí para escuchar, debatir y formular la futura política con ustedes.

Este nuevo enfoque de trabajo ha cosechado ya algún éxito. En relación con el ya bien conocido «Anexo 17» aprobado en el Consejo de Pesca del mes de diciembre, celebramos consultas individuales con todos los Estados miembros interesados y con el sector pesquero. Actualmente proponemos modificaciones de ese anexo basadas en las sugerencias prácticas y basadas en el sentido común que ustedes nos han presentado y que nosotros hemos hecho nuestras. En resumen:

La definición de «día en el mar» ha resultado demasiado rígida Proponemos un aumento de la flexibilidad a ese respecto.

No existen disposiciones que permitan la transferencia de días en el mar a buques más grandes, lo que limita la supervivencia económica potencial de esos buques Proponemos autorizar ese tipo de transferencias.

Deberían existir disposiciones que tengan en cuenta el tiempo pasado en el mar por motivos de emergencia Proponemos una nueva redacción de las normas que tenga en cuenta las situaciones de emergencia.

El «paso inocente» por las zonas cubiertas por el anexo 17 no debería estar sujeto a ninguna limitación del esfuerzo La Comisión propone resolver este problema.
Estas son algunas de las modificaciones del plan provisional de recuperación; no solamente no lo debilitarán, sino que asegurarán que refleja mejor la situación real.

Pasemos ahora a los planes de reconstitución definitivos. Tras este taller, nuestra intención es presentar esos planes definitivos lo más rápidamente posible. Espero que podamos cooperar para conseguir que esta reunión sea un éxito. En los próximos dos días, trataremos de formular un enfoque esencial para la reconstitución de la merluza, el bacalao y cualquier otra población en peligro. Ello no significa que los planes de recuperación de todas las poblaciones vayan a ser idénticos, sino simplemente que deben existir fundamentos comunes de recuperación que puedan emplearse para el desarrollo de todos los planes.

Parte de nuestro debate de hoy se centrará en la estrategia de recuperación:

Los objetivos a largo plazo que establezcamos serán cruciales para la recuperación de cualquier población, pues están relacionados con el tamaño de población fijado como meta. Está claro que, al presentar un plan de recuperación, resulta vital saber cuál es su finalidad. Esos objetivos deben fijarse de forma realista mediante los dictámenes científicos de mejor calidad y más recientes disponibles.

Tenemos que discutir los plazos previstos para la consecución de estos objetivos según las distintas hipótesis. Debemos utilizar toda la información científica que se encuentra a nuestra disposición. Son estas predicciones futuras las que les permiten a ustedes, pescadores y gestores del sector, planificar e introducir las medidas de reestructuración de la flota necesarias.

Tenemos asimismo que decidir cuáles van a ser las vías de recuperación, es decir, el ritmo de recuperación que nos fijamos como meta y el sacrificio económico que sería necesario a corto plazo para evitar una catástrofe económica. Si tratamos de conseguir una recuperación rápida, las consecuencias inmediatas para el sector podrán ser duras. Pero si, en cambio, fijamos un ritmo de recuperación demasiado bajo, es posible que las poblaciones no lleguen nunca a reconstituirse, lo que acarrearía consecuencias desastrosas para las regiones costeras europeas. Su aportación a esta parte del debate es esencial, pero ha de ser realista. La consecución de equilibrio entre los dictámenes científicos y las posibles consecuencias socioeconómicas de nuestro plan no es tarea fácil.

Las interacciones entre las distintas poblaciones han sido fuente de grandes controversias. ¿Hasta qué punto está asociada la pesca de peces planos con las capturas de bacalao? Como contribución a este debate, hemos solicitado al CIEM que vuelva a evaluar las conexiones entre distintas especies. Tendremos que esperar a los nuevos dictámenes científicos antes de introducir cambios significativos en nuestra actual estrategia.
El aspecto siguiente es la piedra angular del plan de recuperación el desarrollo de una «gestión del esfuerzo». La gestión del esfuerzo es la forma más eficiente, controlable y eficaz de reducir la mortalidad pesquera y conseguir una recuperación a medio plazo. De hecho, antes de la introducción del sistema provisional de «días en el mar» para el bacalao, muchos Estados miembros aplicaban la gestión del esfuerzo pesquero a diversos segmentos y con arreglo a distintos métodos. Seamos sinceros, nuestra antigua política de gestión de las poblaciones mediante TAC, cuotas y medidas técnicas ha dejando una laguna que es preciso colmar. Es una laguna de cuya existencia teníamos plena consciencia, pues el CIEM nos la señalaba una y otra vez. Es hora de que subsanemos esa deficiencia con un instrumento eficaz: la gestión del esfuerzo pesquero.

Antes de describir detalladamente los posibles elementos, desearía exponer los cinco principios clave en los que, en opinión de la Comisión, debe basarse todo sistema de gestión del esfuerzo.

El primero es el principio de eficacia. Acordemos lo que acordemos, apliquemos las medidas que apliquemos, ese debe ser nuestro objetivo primordial. Si no obtenemos los efectos de conservación necesarios, estaremos perdiendo el tiempo, ya que crearemos dificultades económicas y sociales a cambio de escasos o nulos beneficios. En cada etapa, tenemos que hacernos la pregunta siguiente: ¿Conseguirá este sistema generar una reducción adecuada del esfuerzo pesquero?

El segundo principio es el de equidad y proporcionalidad. Es preciso asegurar que los principales responsables de la mortalidad de las poblaciones en peligro sean los más afectados por el sistema. En otras palabras, ¿se dirigen las medidas a los buques adecuados? En caso contrario, existe el riesgo de que los buques de pesca sufran efectos negativos sin mejoras de conservación de las poblaciones que estamos tratando de proteger. No obstante, está también claro que no podemos adoptar el enfoque de «que sean los demás quienes contribuyan a la recuperación del bacalao». Todas las actividades de pesca que tengan repercusiones cuantificables en la mortalidad del bacalao deben contribuir proporcionalmente a la recuperación de esta especie.

El tercero es la gestionabilidad. ¿Puede el sistema ponerse en práctica y funcionar adecuadamente? Disponen los Estados miembros de las estructuras administrativas necesarias para integrarlo a medio plazo? En caso negativo, ¿qué puede hacerse para que el sistema sea viable?

El cuarto principio es el de controlabilidad. Uno de los principales fallos de la política pesquera común y el sistema de TAC y cuotas en los últimos 20 años ha sido la falta de un control efectivo. No tiene sentido implantar medidas cuyo cumplimiento puede ser fácilmente eludido. Una de las ventajas clave de la gestión del esfuerzo es que resulta mucho más fácil comprobar si un buque está en puerto o en el mar que controlar la composición de todos sus desembarques. Todos los sistemas que examinemos hoy deberán poderse controlar y aplicar adecuadamente.

El último, aunque no el menos importante de los principios, es el de simplicidad. Se trata en efecto de un principio clave para todas las nuevas políticas de la Comisión. Los usuarios de un sistema tienen que ser capaces de comprenderlo. Los sistemas tienen que ser transparentes y guiarse por las reglas del sentido común. Una de las cuestiones que habremos de debatir en los próximos dos días será la manera de compaginar todos los planes de recuperación con los demás planes de gestión de la pesca: es preciso evitar las políticas confusas, que se superpongan o que interfieran unas con otras.

Tenemos asimismo que incluir en nuestro debate los elementos para un plan definitivo de recuperación con arreglo al conjunto de principios antes mencionado. En términos generales, el contenido del plan puede ir desde una versión refinada del sistema de «días en el mar» actualmente vigente, hasta un régimen más detallado de kilovatios/días basado en datos históricos, en la línea de pasadas propuestas de la Comisión. La primera versión presenta la clara ventaja de su simplicidad mientras que la segunda resulta más equitativa y flexible.

A lo largo de este taller, hemos de considerar diversas cuestiones.

El grado de intervención por parte de la Comisión es una decisión crucial. En el sistema del «Anexo 17», se asignan directamente días a buques. Ello deja a los Estados miembros, las organizaciones de productores y los armadores de los buques muy poca flexibilidad de distribución. Además, otorga a todos los buques de un segmento exactamente el mismo número inicial de días de pesca, hayan faenado 100 días o 300 días el año anterior. La alternativa por la que se inclina la Comisión es la concesión de un volumen global de esfuerzo pesquero a cada Estado miembro para que éste lo distribuya como crea conveniente. Semejante sistema permite a los Estados miembros proceder a una distribución proporcional del esfuerzo. Asimismo, fomenta el desmantelamiento de los buques. Cuando la flota es más pequeña, cada uno de sus buques recibe un número superior de días.

A propósito de esto último, es preciso hablar de la transferibilidad de los derechos. ¿Debe permitirse a los armadores de los buques que comercien con el esfuerzo que se les haya asignado? En principio, no veo ninguna razón que se oponga a ello. Si se respetan los topes generales de limitación del esfuerzo, la existencia de ese tipo de transacciones comerciales no debería afectar al potencial de conservación del sistema.

Es preciso considerar cómo están segmentadas las flotas. El «Anexo 17» las segmenta en función de los tipos de artes de pesca que emplean, lo que permite aplicar claras restricciones en función del arte utilizado. Al mismo tiempo, este método permite cambiar de arte y capturar otras especies.

Ello entraña cierta flexibilidad individual, pero también el riesgo de desviación del esfuerzo hacia otras poblaciones. Una posibilidad alternativa es la segmentación basada en los datos históricos sobre desembarques. Sencillamente, los buques que hayan desembarcado mucho bacalao en el pasado quedarán incluidos en el segmento cuyo esfuerzo es objeto de reducción. No obstante, las cifras capturas y las de desembarques pueden ser muy diferentes, y es posible que este sistema no refleje con exactitud la mortalidad pesquera más elevada. Mantenemos una actitud abierta sobre esta cuestión, a la que sin duda aportará mucho el debate constructivo de hoy.

Esta última cuestión nos conduce a la siguiente: el uso de los datos históricos acerca del esfuerzo desplegado. ¿Debe asignarse el esfuerzo en función de los datos históricos individuales o de estimaciones globales del esfuerzo de una flota determinada? La primera opción requiere que los Estados miembros faciliten datos detallados, pero permite una distribución equitativa y realista del esfuerzo, el cual puede después redistribuirse proporcionalmente a los buques. No obstante, puede al mismo tiempo recompensar un pasado de sobrepesca. La segunda opción es más rudimentaria y quizá menos precisa, pero, debido precisamente a su simplicidad, puede resultar más eficaz en su aplicación.

Otros aspectos clave se relacionan con el alcance del sistema. ¿Qué zonas debe abarcar cada uno de los planes de recuperación? Si se dispone de argumentos con sólidos fundamentos científicos que justifiquen la exclusión de determinadas zonas de un plan de recuperación, consideraremos esa posibilidad, pero, en caso contrario, esas zonas deben incluirse para el eficaz y justo funcionamiento del plan de recuperación de las poblaciones.
Otro aspecto de los planes de recuperación que hemos de someter a debate se halla íntimamente relacionado con el régimen de gestión del esfuerzo: las medidas técnicas. Las estructuras de los artes de pesca, las zonas de veda, las vedas en tiempo real, son factores todos ellos de importancia potencial para el plan de recuperación. Por tal motivo, hemos de estudiar cuidadosamente esas medidas. Su ventaja es que apuntan con gran precisión al objetivo de conservación que nos ocupa, pero desgraciadamente desconocemos hasta qué punto contribuyen a reducir la mortalidad pesquera. Hemos solicitado información científica adicional al respecto, pero ello requerirá cierto tiempo y nos será imposible integrar inmediatamente esos nuevos datos en nuestras propuestas. No obstante, estamos dispuestos a presentar nuevas propuestas si los dictámenes científicos indican que debemos recurrir a esos instrumentos.

Como conclusión, permítanme señalar que no debemos cometer el error de enmarañarnos en improductivos debates acerca de quién es el culpable de la desaparición del bacalao, si las aguas templadas del mar del Norte o los desembarques clandestinos realizados en tiempos pasados. Por lo que respecta al esfuerzo pesquero, sé que algunos de ustedes consideran que no tiene mucho sentido, aunque puede contribuir a garantizar el cumplimiento de los TAC. Algunos de ustedes requerirán nuevos datos científicos, y no puedo estar más de acuerdo con quienes así lo hagan. Pero, en el intervalo, no podemos arriesgarnos a no actuar. Después de todo, no disponemos de un plazo ilimitado para detener el declive del bacalao. Me gustaría por último reiterar mi mensaje del principio: si queremos desarrollar planes de recuperación gestionables y eficaces, debemos modificar nuestros métodos de colaboración. Nos hemos sentado a la mesa de negociación sin proyecto fijo: ésta es pues su oportunidad de compartir la difícil tarea del político, su oportunidad de influir realmente en el futuro. Les ruego otorguen a esa oportunidad la importancia que se merece.

Muchas gracias.

UE

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