La Cámara de Representantes de EE.UU. ha votado en contra del etiquetado en origen de la carne de vacuno, a raíz del conflicto comercial que mantiene con Canadá -por la aparición en este país de casos de EBB-, y en contra también de las presiones hechas por el Gobierno de Japón, el cual exigía dicho etiquetado en origen para evitar que carne procedente de EE.UU., de la cual es un gran importador, pudiera tener su origen, en este caso, en Canadá.
Esta decisión de la Cámara de Representantes choca frontalmente con el propio posicionamiento que se incluye en el Farm Bill que establecía que, a partir de octubre del 2004, sería obligatorio que las carnes de vacuno, porcino y las frutas y hortalizas, entre otros productos, llevaran un etiquetado donde se especificara el país de origen. Y, lo que es más grave, si tenemos en cuenta la celebración de la Conferencia de la OMC que se celebrará en Cancún el próximo mes de septiembre, choca frontalmente con toda la estrategia de la Unión Europea plasmada en la reciente Reforma de la PAC y en las sucesivas revisiones de los Acuerdos de Asociación con países terceros de área mediterránea.
Los países Euromediterráneos han acordado la extensión de los criterios de origen, que son reglas que se establecen en cada Acuerdo de Asociación para asegurar que los productos sobre los que se aplica la liberalización comercial provienen realmente del país que tiene la concesión, y que se aplicaría recíprocamente tanto para la UE como para el país tercero en cuestión. Esta armonización de los criterios de origen para todos los países del área euromediterránea y otros países terceros europeos, fue aprobada por los Ministros de Comercio durante la tercera conferencia Euromediterránea, que sostuvieron recientemente en Palermo, donde también se aprobaron una serie de recomendaciones sobre la simplificación de los procedimientos de aduana que deben ser puestos en práctica por los países mediterráneos.
La introducción de dichos criterios de origen todos los Acuerdos de Asociación que tiene la UE con los países mediterráneos, tendrá como consecuencia práctica que un producto cuya materia prima, por ejemplo, se produzca en Marruecos, se transforme en Noruega, y se embale en Egipto, no pueda beneficiarse del tratamiento preferencial que tuviere Marruecos. Esta iniciativa, que se inserta en la llamada “Declaración de Agadir” para intensificación de los intercambio Sur-Sur, se inscribe precisamente en el marco del proceso de liberalización del comercio en el seno de la OMC que, como antes señalamos, sufrirá en Cancún un fuerte avance.
En el fondo en todo este proceso subyace una dura disputa entre la Unión Europea y EE.UU para hacerse con los mercados de los países mediterráneos y otros países terceros, máxime cuando también EE.UU. está intensificando su ritmo de reuniones para establecer una Acuerdo de Libre Comercio con Marruecos, en cuyo capítulo agrícola el tema estrella es el comercio de cereales, cuestión que está utilizando oportunamente el Gobierno marroquí, para presionar tanto a los americanos como a la Unión Europea.
COAG Murcia