El descubrimiento del primer caso de EEB (Encefalopatía espongiforme bovina o enfermedad de la vaca loca) en Estados Unidos, en diciembre de 2003, ha puesto de relieve la necesidad de que todos los países refuercen las medidas de control de esta enfermedad, declaró ayer lunes la FAO.
«En materia de prevención, la situación todavía es confusa», precisó ese organismo. Para tranquilizar a los consumidores no basta que los gobiernos tomen medidas elementales. Harán falta controles más eficaces, además de sistemas de vigilancia y detección más adecuados.
En numerosos países, los controles de la EEB todavía son insuficientes y en otros muchos tampoco se aplican adecuadamente las medidas recomendadas. Es también considerable el riesgo de que aparezcan materiales infectados, dado el comercio mundial de piensos y productos animales.
La FAO subraya que ningún país puede proclamar que está a salvo de la EEB, a menos que esta declaración no esté refrendada por métodos de muestreo reconocidos internacionalmente.
Medidas de prevención
La FAO insta a los gobiernos y a las industrias a llevar a cabo una adecuada evaluación de los riesgos, a mantener a los animales y materiales potencialmente peligrosos fuera de la cadena de alimentación y a aplicar rigurosamente las siguientes medidas preventivas:
prohibir la alimentación de los animales, por lo menos rumiantes, con harinas cárnicas
evitar estrictamente la contaminación cruzada en las fábricas de piensos
eliminar y destruir todos los materiales específicamente peligrosos (cerebro y médula espinal etc…) en las reses de más de 30 meses
garantizar la seguridad de las técnicas de la industria de procesado de desechos animales, por ejemplo, sometiendo el material a un tratamiento de 133 º C, bajo 3 barras de presión durante 20 minutos
aplicar medidas de vigilancia activa de las enfermedades de la cabaña ganadera, de cuidadosa identificación de las reses y de rastreo a lo largo del entero proceso de producción, elaboración y comercialización
prohibir el empleo de carne eliminada con medios mecánicos.
Aplicando esas medidas de control, especialmente las relativas a la prohibición de harinas cárnicas y la eliminación de los materiales específicamente peligrosos, la posibilidad de que substancias afectadas por la EEB se encuentren en la cadena de alimentación es muy baja, indicó la FAO.
La Oficina Internacional de Epizootias (OIE) recomienda ante todo que se efectúen pruebas sobre las reses que muestren síntomas de EEB, y la inspección como mínimo de un animal de cada 10.000 hasta un máximo de un animal de cada 100.000 de la cabaña ganadera que superen los 30 meses.
Con este método Australia ha inspeccionado alrededor de 400 animales al año, Canadá unos 3.000 y Estados Unidos 20.000, un número superior al sugerido por la OIE.
Las pruebas deben ser selectivas y eficaces, dice la FAO. Habría que efectuar controles adicionales sobre todas las reses muertas o sacrificadas que no hayan pasado por el matadero.
Tranquilizar a los consumidores
Si se tiene noticia de la presencia de EEB y no se han aplicado todavía estrictas medidas de control, el programa de inspección deberá ser más amplio, subrayó la FAO. El control de todo el ganado de matanza que supere los 30 meses es una medida que potencia la confianza de los consumidores.
Para tranquilizar a los consumidores e individuar el mayor número de casos posibles de EEB, la Unión Europea inspeccionó a más de 9 millones de animales en 2002/3. Francia y Alemania controlaron cada una a tres millones de animales, Suiza a 170.000 y Japón prácticamente a todas sus cabezas de ganado (500.000).
El coste de las pruebas ronda los 50 dólares por animal. Teniendo en cuenta el efecto devastador de los brotes de EEB en la salud de las personas y en los mercados cárnicos, la relación entre el precio y el resultado de las pruebas es rentable, observó la FAO.
Estableciendo y llevando a cabo medidas efectivas de control en las industrias de piensos, cárnicas y de procesado de desechos, el riesgo de que el material infectado de EEB esté presente en la cadena de alimentación es muy bajo, incluso en los países donde la enfermedad está presente.
Para ayudar a los países a efectuar controles más estrictos, la FAO ha puesto en marcha una serie de proyectos de formación en diversos países y facilita además la cooperación entre Suiza, que ha resuelto satisfactoriamente la crisis de EEB, y los países del Este europeo, África y América Latina.
Estos proyectos no se dirigen solamente a los inspectores y al personal de laboratorio sino a todos los involucrados en las industrias de piensos y cárnicas, para que puedan aprender las «técnicas correctas» que reducen al mínimo los riesgos en la entera cadena de alimentación
FAO