El abastecimiento alimentario mundial sólo es posible con una agricultura sostenible

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El 16 de octubre numerosas organizaciones celebraron el Día Mundial de la Alimentación, una fecha proclamada en 1979 por la FAO con el objetivo de concienciar sobre el problema alimentario mundial y fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza.

En las próximas décadas, tal como indica la publicación de la FAO, ‘El estado de la seguridad alimentaria en el mundo‘, el sector agrícola mundial se enfrentará a retos importantes para afrontar la creciente demanda de alimentos que se producirá por incremento demográfico continuo.

Cálculos de la FAO indican que la producción agrícola mundial deberá crecer en un 70% para poder alimentar a la población de más de 9.000 millones de personas estipulada para el 2050. Para ello, será necesario crear un sector agrícola más productivo, que respetando el medio ambiente produzca más con menos.

Desde la Plataforma Tecnológica de Agricultura Sostenible se piensa que la tecnología y la innovación en el sector agrario son fundamentales. La mejora vegetal para hacer a las producciones agrícolas resistentes a enfermedades o a los estragos del cambio climático, la optimización de los de sistemas de riego o el uso de productos fitosanitarios y fertilizantes cada vez más eficaces, impulsan la sostenibilidad de la producción agraria.

En este sentido, los ‘Primeros Indicadores de Sostenibilidad en la agricultura y la ganadería española’ elaborados por el Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Medio Ambientales de la UPM (CEIGRAM) a petición de la Plataforma Tecnológica de Agricultura Sostenible, señalan como las mejoras tecnológicas han hecho posible el acceso a una alimentación barata y segura. La agricultura española cada vez consume menos agua y energía, pierde menos suelo y emite menos gases a la atmósfera para producir una unidad de producto (kg, l) o un euro de producto.

Como indican los datos de la tabla ‘evolución pocentual de los indicadores medioambientales para el periodo 1980-2008‘ en cultivos como el maíz, el olivar de aceite o el tomate ha descendido el consumo de agua o las héctareas necesarias para producir un kg de producto. Por ejemplo, en el cultivo del tomate el número de hectáreas necesarias para el cultivo de un kg de producto ha descendido en más de un 52% y también ha bajado el consumo de agua en casi un 31%.

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