El automóvil es responsable del 83% de las emisiones de CO2 procedentes del transporte

Según las conclusiones del Observatorio de la Movilidad Urbana el automóvil es responsable del 83% de las emisiones de CO2 procedentes del transporte, sector que representa aproximadamente un 25% de las emisiones totales. Otra de las conclusiones es que el incremento de consumo de combustibles de automoción, entre los años 2000 y 2001, ha sido de un 5%.

Este estudio, presentado ayer en el Ministerio de Medio Ambiente por el secretario general para la Prevención de la Contaminación y el Cambio Climático, Arturo Gonzalo Aizpiri, identifica un conjunto de indicadores que describen el estado de la movilidad en las ciudades y sus implicaciones para el desarrollo sostenible, como por ejemplo: emisiones de CO2, calidad del aire, consumo energético, etc.

El Observatorio tiene un planteamiento novedoso ya que trata de ver y describir el sistema de transporte, no desde su capacidad, sino desde sus implicaciones para la calidad de vida del ciudadano. Un punto de vista en el que se espera profundizar en los próximos meses y que permitirá a los responsables de las diversas políticas públicas con incidencia en la movilidad reflexionar sobre sus actuaciones en función de las repercusiones sobre la calidad del entorno urbano.

El Observatorio de la Movilidad Urbana es el primer resultado de la cooperación iniciada hace algo más de un año por el Ministerio de Medio Ambiente, el Ministerio de Fomento y los Consorcios de Transporte de las principales áreas metropolitanas españolas. A esta iniciativa se fueron incorporando después otras instituciones implicadas de una u otra forma en los problemas de la movilidad urbana: la Federación Española de Municipios y Provincias, el Ministerio de Sanidad, el IDAE, la Asociación del Transporte Urbano Colectivo y la Fundación de los Ferrocarriles Españoles.

La buena acogida de esta iniciativa es probablemente reflejo del interés de todas estas instituciones por el medio urbano: en las ciudades vive la mayor parte de la población y en las ciudades se concentran los grandes problemas de la movilidad y de la calidad del medio ambiente. Pero también es reflejo de lo complejo que es actuar en este entorno, de la necesidad de desarrollar mecanismos de cooperación entre las administraciones y organismos implicados. Unos mecanismos que son todavía demasiado frágiles en comparación con la gravedad de los problemas a los que nos enfrentamos.

INTERCAMBIO DE EXPERIENCIAS

Todavía se entiende la movilidad urbana como una política casi exclusiva de inversiones. Y sin embargo, la propia experiencia de nuestras ciudades muestra cómo otro tipo de actuaciones resultan tanto o más beneficiosas para el ciudadano. La creación de los Consorcios de Transporte, y sus políticas tarifarias integradas, iniciada en Madrid en 1985, ha resultado una verdadera revolución en términos de utilización del transporte público.

Lo mismo puede decirse de otras iniciativas como los aparcamientos disuasorios, la introducción de vehículos accesibles a Personas con Movilidad Reducida o el fomento de tecnologías más limpias. Estas iniciativas y otras ya frecuentes en muchas ciudades europeas marcan la línea de intervención de los poderes públicos hacia una movilidad sostenible.

Con el Observatorio de la Movilidad Urbana se ha pretendido crear un espacio de intercambio de experiencias y de difusión de buenas prácticas entre las autoridades de transporte público. Para ello, se ha puesto en común algunos datos que permiten conocer la situación de la calidad ambiental en nuestras ciudades y cómo desde el ámbito del transporte se puede contribuir a su mejora.

Este año se planteó un capítulo de «novedades» en el que se recogen las principales actuaciones realizadas en los últimos meses. Algunas de estas novedades hacen referencia a proyectos con una gran inversión, como nuevas líneas de tranvía o intercambiadores. Otras hacen referencia a nuevos sistemas de tarifas y billetes, aparcamientos disuasorios, etc. Y es de esperar que, como en otras ciudades europeas, las medidas de gestión del sistema de transporte, de gestión de la demanda y de fomento de los modos no motorizados acaben siendo cada vez más habituales en nuestras áreas metropolitanas en el futuro. El Observatorio debe contribuir a ello reflejando las nuevas iniciativas y fomentando su aplicación en el mayor número posible de ciudades.

COLABORACIÓN CON LAS ADMINISTRACIONES LOCALES Y AUTONÓMICAS

Los grandes protagonistas del Observatorio son las Administraciones Locales y Autonómicas, competentes en materia de movilidad y, sobre todo, las Autoridades de Transporte Público o Consorcios que, con distintos nombres, planifican y gestionan la movilidad en nuestras áreas metropolitanas. El Observatorio es un reconocimiento por parte de todos los demás participantes a la labor de estas Autoridades en el fomento del transporte público y de formas más saludables de movilidad.

El estudio muestra cómo las diversas Administraciones públicas dedican recursos muy cuantiosos al funcionamiento y a la mejora del transporte público. Es lógico que los ciudadanos esperen que estos recursos den los resultados esperados en términos de calidad del aire, de disminución de los accidentes y, en definitiva de mejora de su calidad de vida.

Los indicadores que recoge el Observatorio pretenden servir de guía para que la opinión pública pueda constatar la eficacia de estas políticas de movilidad sostenible y, a la vez, pueda cuestionarse la utilidad y los objetivos de actuaciones que neutralizan estos efectos: todavía encontramos en nuestras ciudades proyectos que no hacen sino introducir más coches en las ciudades, incrementando la contaminación y restando atractivo a los modos alternativos.

MMA

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