El CSIC desarrolla un envase que conserva las fresas en buen estado durante siete días

Remitido por CSIC.

Un equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha desarrollado un envase que alarga la vida de las fresas y las conserva en buen estado durante siete días, dos más de lo que se consigue en la actualidad, lo que permitirá la exportación de esta fruta a países más alejados de su lugar de cultivo. El trabajo, realizado en el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (CSIC), en Valencia, se basa en la tecnología de envases activos, la cual permite fabricar recipientes que no sólo sirven de contenedor, sino que además ceden o absorben sustancias para corregir los defectos del envase y extender la vida útil de los productos.

La fresa, en concreto, se altera por la acción del hongo Botrytis cinerea, el cual crece de forma rápida y provoca que la fruta deje de ser comestible en muy poco tiempo. Para evitar la descomposición, los investigadores del instituto valenciano han desarrollado un envase activo a partir de un material plástico con microperforaciones, lo que permite un mayor intercambio de gases.

El investigador del CSIC Ramón Catalá, responsable del laboratorio de envases del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos, explica cómo actúa el nuevo recipiente: “Las fresas son unos vegetales que respiran muy aprisa. Dentro de las tarrinas se acumula gas carbónico, que impide que el fruto tenga un metabolismo correcto. Esto hace que cambie su sabor y no sea nada agradable ingerirlo. Sin embargo, con las microperforaciones de estos envases, hechas con láser, conseguimos que el exceso de gas carbónico generado salga”.

No obstante, contar con una buena ventilación no es suficiente, ya que la fresa terminaría por alterarse rápido igualmente por efecto del hongo. Esto ha llevado a los investigadores del CSIC a incorporar al envase una sustancia antifúngica que retrasa el crecimiento del hongo un par de días. “Nuestra idea siempre ha sido incorporar sustancias naturales para alargar la conservación”, afirma Catalá, “así que hemos añadido en mayor cantidad un componente natural de la fresa que tiene carácter antifúngico”, concluye. El antifúngico es situado en unas pequeñas bolsas dentro del envase, de forma que se libera progresivamente en función de las necesidades del alimento.

Gracias a esta novedosa tecnología, este laboratorio del CSIC ha conseguido que fresas silvestres, más delicadas que los fresones, pero con un alto valor añadido, se mantengan en plenas condiciones durante siete días a 10º centígrados de temperatura, dos días más de lo que hasta ahora se conservaban dentro de los envases. La investigadora responsable del desarrollo de estos envases, Eva Almenar, explica la importancia del hallazgo: “Aunque parezca mínimo, ese tiempo abre a este fruto unas posibilidades de comercialización que antes no tenía, ya que permitirá la exportación de la fresa a lugares más alejados, como Alemania, donde antes no era posible enviar el fruto porque llegaba en mal estado”.

UN DEFECTO QUE SE CONVIERTE EN VENTAJA

Además de recipientes para fresas, el laboratorio valenciano trabaja en el desarrollo de otros envases activos que controlen tres de las principales causas de deterioro de alimentos, como son el oxígeno residual, la acumulación de etileno generado por las frutas y hortalizas frescas envasadas, así como la contaminación microbiológica que acompaña a la gran mayoría de alimentos elaborados. Se trata, explica Catalá, de aprovechar los defectos que tienen los materiales plásticos (permeabilidad, absorción y migración de componentes) para convertirlos en una ventaja. “Con estos envases podemos liberar sustancias al alimento o retenerlas, según nos interese para conseguir una mejor conservación del alimento”, comenta el investigador del CSIC.

Por otro lado, estos investigadores también aportan soluciones al notable aumento en la producción de envases. Según Catalá, este tipo de recipientes representa el 40% de la basura que se produce en los países desarrollados. Para tratar de paliar esta situación, estos expertos del CSIC en conservación y calidad de los alimentos investigan en la actualidad con nuevos materiales y nuevos procesos de envasado. En general, la tendencia actual es sustituir en parte los polímeros sintéticos por los de origen natural, en busca de que sean biodegradables. Así, se trabaja en fabricar envases con materias primas derivadas de proteínas, de almidones, de residuos vegetales, e incluso materias primas creadas por crustáceos.

CSIC

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