«El derecho a la alimentación es fundamental para la existencia humana», ha dicho el Director General de la FAO, Jacques Diouf, en un discurso pronunciado con motivo de la apertura de la Conferencia Internacional sobre el derecho a la alimentación y el costo del hambre, inaugurada hoy en Roma.
La conferencia, que durará dos días, está organizada por el Instituto Internacional Jacques Maritain y el Comité Nacional para las relaciones entre el Gobierno italiano y la FAO, con la cooperación científica de la Universidad LUMSA.
La Conferencia formulará recomendaciones sobre el derecho a la alimentación, para que sean tomadas en consideración por el Grupo de Trabajo Intergubernamental encargado de elaborar orientaciones voluntarias destinadas a apoyar la realización progresiva del derecho a una alimentación adecuada, en el contexto de la seguridad alimentaria nacional.
«El derecho a la alimentación es el derecho de todo ser humano a vivir dignamente», enfatizó Diouf.
Añadió que en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996 y en la celebrada cinco años después, en junio de 2002, los Jefes de Estado y de Gobierno reafirmaron el derecho de todo ser humano a tener acceso a alimentos sanos y saludables y se comprometieron a reducir a la mitad, para el año 2015, el número de personas que pasan hambre en el mundo.
Diouf se lamentó de «la falta de voluntad política para abordar directamente el problema del hambre» y «del fracaso a la hora de reconocer su enorme costo global», aunque señaló que apesar de los lentos progresos realizados en la reducción de las cifras del hambre desde 1996, «estamos comenzando a ver un horizonte más esperanzador».
El Director General de la FAO señaló que desde 2002, «más de 20 países han solicitado el apoyo de la FAO para diseñar y poner en práctica programas de seguridad alimentaria nacional con los que poner en práctica, dentro de sus fronteras, los objetivos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación.
Diouf elogió el Programa Hambre Cero diseñado por el gobierno de Brasil haciendo notar a los presentes que el programa «se encuentra en un momento decisivo en el que la sociedad brasileña, y no sólo el gobierno, se está involucrando a todos los niveles».
Y añadió que «el ejemplo de Brasil, sin duda, inspirará a otros países a reforzar su compromiso de lucha contra el hambre».
Sobre el costo del hambre, Diouf dijo: «El hambre y la malnutrición impide el desarrollo económico, no sólo de las personas y de las familias afectadas, sino de enteras naciones. Estudios realizados en algunos países asiáticos muestran que el efecto combinado de retraso del crecimiento y de carencias de yodo y de hierro redujeron el Producto Nacional Bruto de los países en cuestión entre un 2 y un 4 por ciento al año».
Diouf se refirió también a los «recientes cálculos realizados por la FAO de los que se desprende que conseguir alcanzar los objetivos trazados en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, de reducir a la mitad el número de personas hambrientas en el mundo para el año 2015, cosecharía unos beneficios estimados en más de 120 000 millones de dólares».
El Director General de la FAO enfatizó que las estrategias de reducción del hambre deberían girar en torno a dos ejes fundamentales:
– programas de seguridad alimentaria que mejoren la situación de carencia que viven los hogares pobres, dependientes en su mayoría de la agricultura, de manera directa o indirecta, y
– redes de protección social para los que no tienen condiciones de producir o comprar alimentos.
«Por todo ello, creemos que acabar con el hambre no es sólo un imperativo moral que responde a las obligaciones morales internacionales sobre el derecho a los alimentos, sino que además es rentable desde un punto de vista económico. Creemos, además, que asegurar que todos puedan ejercer su derecho a la alimentación depende de la propia capacidad humana de llevarlo a cabo», concluyó Diouf.
FAO