Este suceso, que ha alcanzado un trayecto de más 14 kilómetros, ha afectado a la remolacha, la cebolla, la alfalfa y los cereales, lo que ha provocado «cuantiosas» pérdidas a los agricultores.
Según las primeras estimaciones realizadas por UPA-Sevilla sobre los daños causados en la zona, el 30% de la superficie afectada se salva de los efectos de las inundaciones, lo que supone que 90 de las 300 hectáreas afectadas serán productivas.
El desbordamiento también ha causado «graves» desperfectos en las infraestructuras agrarias al destrozar los plásticos y los sistemas de riego de las explotaciones. Asimismo, la zona alberga viviendas rústicas, que se ha visto rodeadas de agua.
La organización agraria criticó que con el adecentado de los cauces cada tres o cuatro años podrían haberse evitado las inundaciones y conectado el arroyo Salado con el canal del Bajo Guadalquivir.
Europa Press