Dependiendo de la especie y el tipo de receta utilizado, entre el 20 y el 87.5% de las muestras analizadas superaban el nivel máximo de plomo establecido por la UE en la carne de animales de abasto de100 partes por billón (0,1 mg/kg sobre peso fresco de carne)”, señala Rafael Mateo, coautor del trabajo e investigador en el IREC (un centro mixto de la Universidad de Castilla-La Mancha, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y el CSIC).
Para realizar el estudio, publicado recientemente en la revista de acceso libre PLoS ONE, los investigadores analizaron la carne de seis especies de aves de caza (perdiz roja, faisán, paloma torcaz, lagópodo, becada y ánade real) abatidas por cazadores en el Reino Unido. “En España y otros países se caza de la misma forma y se usa la misma munición, por lo que la problemática de este tipo de contaminación en la carne es la misma”, puntualiza Mateo.
Las piezas se radiografiaron para detectar la presencia de perdigones y los diminutos fragmentos de plomo. Después se cocinaron y se retiraron los perdigones de la carne, tal y como se hace habitualmente al comerla. Finalmente se midió la concentración del metal en este alimento mediante espectroscopía de absorción atómica.
“Aunque los niveles que marca la UE son para una carne de consumo más frecuente que la de caza, en especies como la becada, el 5,4% de las aves cocinadas presentaban más de 10 mg/kg, lo que supondría superar con una sola comida de 200 g de esta carne la ingesta de plomo tolerable de toda una semana para una persona de 80 kg de peso”, destaca el investigador.
El estudio concluye que el riego potencial para la salud de la ingesta de carne de caza abatida con plomo puede ser mayor que el considerado hasta ahora, y en especial para grupos vulnerables como niños y personas que consumen grandes cantidades de esta carne.
SINC