El pasado sábado, 2 de febrero, se celebró el Día Mundial de los Humedales, instituido por la UNESCO para conmemorar la firma del tratado Convención relativa a los Humedales de Importancia Internacional, especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas, conocido como Convención de los Humedales o Convención Ramsar, en la ciudad iraní de Ramsar, a orillas del Mar Caspio, hace ahora 31 años y del que forma parte el Estado español desde 1982.
Por este motivo, la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente de Castilla-La Mancha organizó un acto de celebración en el que se va a dar a conocer un libro coeditado por el Real Jardín Botánico, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. En este acto participaron el director general del Medio Natural, Alberto Saiz, el profesor Santos Cirujano Bracamonte, coautor del libro, y el alcalde de Daimiel, José Manuel Díaz-Salazar.
Los humedales de Castilla-La Mancha
Según pone de manifiesto el Inventario Regional de Zonas Húmedas, elaborado por la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente, el número de estas zonas presentes en la región alcanza, al menos, la cifra de 450, incluyendo tanto las naturales como las artificiales. Y podrían ser más si no es por la dificultad que presenta determinar su número exacto, teniendo en cuenta la abundancia de humedales estacionales de poca dimensión que pasan desapercibidos los años secos y la dinámica natural y artificial que les afecta.
Los humedales naturales castellano-manchegos pueden agruparse en seis grandes grupos: las lagunas asociadas a paisajes cársticos, bien sobre calizas, dolomías o yesos, como las Torcas de la Cañada del Hoyo y los Complejos lagunares de Arcas y Fuentes, en la Serranía de Cuenca, o las lagunas de Manjavacas, Alcahozo, Pedro Muñoz o Retamar en la Mancha.
En segundo lugar, se encuentran las lagunas asociadas a la surgencia de aguas carbonatadas, como es el caso de los Ojos de Villaverde en Albacete o los Ojos de Moya en Cuenca, o bien porque se originaron por la formación de barreras naturales, travertínicas, en el caso de las Lagunas de Ruidera, el Arquillo en Albacete, del Marquesado en Cuenca o las de Somolinos y Taravilla en Guadalajara.
En tercer lugar, están las lagunas de origen volcánico, concentradas en el Campo de Calatrava, y cuyo origen está en la explosión del cráter de un volcán cuando el magma entró en contacto con una capa freática. Tal es el caso de las lagunas de la Alberquilla, Hoya de Cervera o Posadilla.
Las lagunas esteparias constituyen otro importante grupo de humedales de Castilla-La Mancha. Son de origen no bien conocido, sobre rañas, como las de Puebla de Beleña en Guadalajara.
En quinto lugar, están las lagunas asociadas a sistemas fluviales sobre llanuras de inundación. Las más famosas son las Tablas de Daimiel en Ciudad Real. En Toledo podemos encontrar un ejemplo en las del Taray.
Finalmente, nos encontramos con las turberas, tanto ácidas como calcáreas, que pueden ser de carácter atlántico como los bonales de Montes Norte en Ciudad Real, o de zonas lluviosas y frías como las existentes en la Sierra de Ayllón en Guadalajara.
Las lagunas cumplen un gran papel en la biodiversidad regional
Los humedales de Castilla-La Mancha tienen importantes funciones como ser reservorios de biodiversidad y hábitats de una importante fauna y flora, además de contribuir a la retención de sedimentos y nutrientes, la reposición de aguas subterráneas, la mitigación del cambio climático, la depuración de aguas, así como por sus valores culturales y usos recreativo y turístico.
En una región con pocas precipitaciones, los humedales castellano-manchegos poseen altos valores ecológicos por su flora, la vegetación asociada y por algunas especies de fauna muy específicas y propias de ellos. También se encuentran en los humedales especies en peligro de extinción o vulnerables como puede ser el caso de la malvasía cabeciblanca, la pagaza piconegra o cigüeña negra, que encuentran en ellos enclaves importantes para la reproducción, alimentación o descanso.
Es de destacar que los humedales de Castilla-La Mancha soportan una población de avifauna migradora durante el invierno verdaderamente notable, alcanzando con frecuencia censos de más de 40.000 anátidas.
Los humedales de Castilla-La Mancha están protegidos
Hoy día, muchos de nuestros humedales están protegidos bien porque son Parques, Reservas o Monumentos Naturales, Refugios de Fauna o Zonas de Caza Controlada, que son figuras de conservación que emanan de las leyes de Conservación de la Naturaleza y de Caza de Castilla-La Mancha y que superan las 82.000 hectáreas de zonas húmedas y sus entornos protegidos.
En la actualidad existen 1 parque nacional, 1 parque natural, 4 reservas naturales, 6 monumentos naturales y 2 microrreservas declaradas sobre zonas húmedas. Además, el Parque Natural del Alto incluye también la Laguna de Taravilla.
Completan la lista 20 humedales más sometidos a sus respectivos planes de Ordenación de los Recursos Naturales y sobre los que existe protección previa, 20 refugios de Fauna, entre lagunas y embalses, y 10 embalses declarados zonas de Caza Controlada.
Además, la propuesta del Gobierno de Castilla-La Mancha sobre la Red Natura 2000 incluye 25 Lugares de Importancia Comunitaria (LICs) delimitados directamente sobre zonas húmedas o que incluyen una buena representación de éstas.
También gozan de reconocimiento internacional como es el caso de la Reserva de la Biosfera de la Mancha Húmeda, proclamada por la UNESCO, o de los humedales incluidos en la Lista Ramsar de Importancia Internacional. Entre ellos están las Tablas de Daimiel, las lagunas de la Vega o del Pueblo, de Manjavacas, del Camino de Villafranca y de las Yeguas, y la del Prado o Inesperada.
Medidas de conservación
Entre las medidas de conservación que la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente tiene en marcha figura, no sólo la declaración como espacios naturales protegidos de los más representativos, sino también una serie de disposiciones y mecanismos de protección de gran interés aplicables a cualquier humedal y recogidos en nuestra Ley de Conservación de la Naturaleza.
Así, se recoge la obligación de establecer caudales ecológicos, la exigencia de autorización de la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente para cualquier actuación que suponga modificación de la composición o estructura de la vegetación de ribera, emergente o sumergida, así como de la comunidad de fauna acuática y la prohibición de realizar alteraciones bruscas del nivel de los humedales, incluso su desecación, sin autorización de la Confederación Hidrográfica correspondiente o, en su defecto, de la propia Consejería.
También se establece la necesidad de evaluación ambiental para las actividades industriales que pudieran contaminar las aguas como requisito previo a la licencia municipal, y la obligación de que los planes de urbanismo y los estudios de impacto ambiental señalen su existencia y dispongan las medidas necesarias para su preservación.
Se completan las medidas de conservación con la posibilidad de establecer convenios de conservación con los propietarios, la prohibición del empleo de perdigón de plomo para la caza en humedales, la adquisición de terrenos en estas zonas, el establecimiento de programas agroambientales encaminados a la recuperación de los niveles hídricos, como es el caso de los acuíferos 23 y 24, que afectan a las Lagunas de Ruidera y Tablas de Daimiel, apoyo a iniciativas de conservación por parte de ONGs como es el caso de las lagunas de Villacañas y el Embalse de Castrejón, y los inventarios y trabajos de investigación de recursos naturales en humedales.
JCCM