EL SIDA SE DIFUNDE EN LAS AREAS RURALES DE PAÍSES EN DESARROLLO

La epidemia de SIDA se está propagando rápidamente a las áreas rurales de los países en desarrollo, contribuyendo a aumentar el número de personas que se acuestan todas las noches con hambre. Son las palabras del mensaje del Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, Jacques Diouf, en la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre VIH/SIDA.

"El VIH/SIDA representa uno de los mayores problemas del desarrollo, pone en peligro el derecho humano fundamental a la alimentación para millones de personas en los países en vías de desarrollo", dice Diouf. "El VIH/SIDA constituye una grave amenaza para la seguridad alimentaria de millones de personas afectadas y para sus familias, tanto en términos de su capacidad de producir como de comprar alimentos".

El VIH/SIDA disminuye la capacidad de las personas para producir alimentos porque se cobra un precio mortal sobre todo entre la población productora adulta, subraya Diouf. La FAO estima que desde 1985 el VIH/SIDA ha acabado ya con la vida de siete millones de campesinos en los 25 países más afectados en Africa y que 16 millones más podrían morir antes del año 2020. Algunos países podrían haber perdido hasta un cuarto de su fuerza de trabajo agrícola para ese año.

El VIH/SIDA afecta también a la seguridad alimentaria empobreciendo a las familias que lo padecen y reduciendo por tanto sus medios para comprar alimentos, agrega Diouf. Un estudio efectuado en un país africano demuestra que los cuidados de un paciente y los sucesivos gastos del funeral, sobrepasan los ingresos anuales del trabajo agrícola. Como resultado, los hogares campesinos pobres venden sus aperos y medios de producción, incluyendo el ganado, para pagar las curas del enfermo o los gastos fúnebres.

"Las redes de seguridad tradicionales, que contribuyen a las seguridad alimentaria en épocas de necesidad, se desploman en las comunidades más afectadas, donde familias y vecinos están demasiado sobrecargados como para poder ayudarse unos a otros con comida, préstamos, trabajo en el campo o cuidado de los niños", dice el Director General de la FAO.

"Además el VIH/SIDA afecta a la seguridad alimentaria a nivel nacional, disminuyendo la capacidad de los países para importar alimentos cuando es necesario. Se ha calculado que en Africa disminuye el crecimiento per capita anual del PIB en un 0,8%. Muchos de los países más afectados son países de bajos ingresos y con déficit de alimentos (PBIDA) o países pobres muy endeudados (PPME). Sus dificultades para importar alimentos se han exacerbado aún más", constata Diouf.

Las comunidades rurales soportan el peso mayor del coste de la pandemia, ya que muchas personas desplazadas a la ciudad, así como trabajadores ambulantes regresan naturalmente a sus aldeas natales cuando enferman. "Al mismo tiempo que los hogares se quedan sin las remesas de estos trabajadores, aumentan los gastos médicos y suben los costes de las exequias. El número de miembros productivos de la familia disminuye, mientras aumenta el de los que dependen de ella".

"La pobreza, muy difusa en las zonas rurales, comporta también mala nutrición y salud endeble, haciendo así que las personas sean más vulnerables a la infección de VIH", dice Diouf. "La mala nutrición puede acortar también el período de incubación del virus, provocando la aparición más temprana de los síntomas. Esta situación es particularmente grave para los campesinos pobres, que tienen acceso por último a los cuidados sanitarios".

Los conflictos armados, que tradicionalmente tienen como escenario las zonas rurales, aumenta también la vulnerabilidad al HIV/SIDA, debido a la violencia sexual, al desplazamiento de la población y a la miseria.

La desigualdad de sexos es una de las fuerzas propulsoras de la difusión del HIV/SIDA, observa Diouf. "El acceso a los recursos, entre ellos el terreno, el crédito, el conocimiento, la formación y la tecnología, se determina fuertemente según la pertenencia a uno u otro género, y los hombres tienen con frecuencia más acceso a todos estos recursos que las mujeres. Cuando un marido muere, su mujer puede verse privada del acceso obtenido mediante su esposo o el clan al que éste pertenecía, y su nivel de vida, al igual que el de sus hijos, se ve inmediatamente amenazado. Este proceso ha provocado también un desequilibrio aún mayor por razones de sexo".

"En 1999 había 13,2 millones de huérfanos por causa del SIDA, el 95% de los cuales se encontraba en Africa subsahariana. El consecuente aumento de niños convertidos en jefes de familia ha contribuido también al incremento de la inseguridad alimentaria", recuerda Diouf. "Muchos niños se han quedado sin padres antes de haber podido aprender las nociones básicas de agricultura y alimentación, así como de salud". Un estudio realizado en Kenya demuestra que solo el 7 por ciento de los hogares agrícolas cuyo jefe de familia es huérfano posee los conocimientos adecuados de las tareas más rudimentarias de la agricultura. No es por tanto una sorpresa que se tengan noticias de grave inseguridad alimentaria entre los huérfanos en las áreas más afectadas por el HIV/SIDA".

"A menos que los gobiernos nacionales, los organismos internacionales y las organizaciones de la sociedad civil redoblen sus esfuerzos, no se romperá el círculo vicioso de pobreza, hambre y HIV/SIDA. Más aún se reforzará."

Diouf afirmó también que esperaba que la "Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después", que se celebrará en Roma del 5 al 9 de noviembre de este año, contribuya a romper este círculo vicioso. El objetivo de la cumbre es conseguir tanto la voluntad política como los recursos financieros para luchar contra el hambre.

FAO

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