Si la primera parte de las caídas de las cotizaciones registradas en las bolsas de grano durante la mayor parte del mes de febrero fue obviada por los tenedores de cereal físico, el pretexto de la falta de justificación de aquellas desde el punto de vista de la oferta y la demanda, este último descalabro de los precios ha provocado en muchos casos momentos de pánico vendedor que en contadas ocasiones ha despertado el interés de los consumidores españoles. Por el motivo que fuere, parece que estos últimos, tras correr durante la mayor parte de la campaña detrás de los mercados, finalmente van a poder resarcirse. Siempre y cuando sepan aprovechar las oportunidades se entiende.
En lo que al mercado interno español respecta, todo este alboroto conlleva un alto grado de indefinición, que se traduce en no pocas ocasiones en un amplio abanico de precios teóricos de oferta, incluso para un mismo producto en un mismo día y una zona determinada.
Aun a riesgo de que las imprecisiones agraven el desconcierto reinante, podemos apuntar que el trigo forrajero de importación se sitúa ya claramente por debajo de los 240 €/t salida de los almacenes del Mediterráneo, mientras que al nacional no le queda otra que descender hasta los 230/235 €/t para poder competir. Las cebadas foráneas se ofrecen en el entorno de los 212/215 €/t en casi todo el litoral, en tanto que los comerciantes locales se resisten a lo que consideran malvender sus ya escasos stocks. Los importadores de maíz por su parte no quieren pasar ofertas, sabedores de las escasas posibilidades de que los reemplazos teóricos encuentren respuesta compradora.
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