Numerosos estudios avalan la relación entre los antioxidantes que contienen frutas, verduras y zumos con la reducción del riesgo de factores cardiovasculares. Uno de ellos es el informe «La leche como alimento y los zumos de frutas como otra manera de tomar fruta durante el embarazo y la lactancia», elaborado por el Instituto Tomás Pascual, que indica que el valor antioxidante de los zumos de frutas viene determinado por la acción sinérgica de una serie de moléculas conocidas como fitoquímicos.
A la familia de los fitoquímicos (sustancias que se encuentran en los alimentos de origen vegetal) pertenecen los polifenoles y los carotenoides. Los primeros se encuentran presentes siempre en mayor o menor cantidad tanto en la fruta como en las partes comestibles de la mayoría de los vegetales. Según el estudio anteriormente citado, «el procesado de la fruta para la obtención del zumo mantiene estable la cantidad de polifenoles en el zumo e incluso podría favorecer la interacción de los polifenoles con otras sustancias como otros antioxidantes».
El mayor beneficio asociado a los polifenoles es su facilidad para disminuir la acción de los radicales libres, disminuyendo a su vez el riesgo de enfermedades cardiovasculares. De ahí, que sea recomendable fomentar una dieta rica en frutas, zumos y hortalizas que alcance los 800 mg de antioxidantes/día, lo que permite un nivel importante de antioxidantes en sangre.
Junto con los polifenoles, las verduras y frutas son ricas en carotenoides. De estos, también se ha comprobado su actividad antioxidante y por tanto, se les ha descrito efectos positivos en la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares.
A las propiedades antioxidantes de los polifenoles y los carotenoides hay que sumar los de la vitamina C, la vitamina E y el ácido fólico, también presentes en frutas, verduras y por supuesto, en los zumos. Según recoge el informe del Instituto Tomás Pascual antes mencionado, existen multitud de estudios que muestran una asociación entre la incidencia de enfermedades cardiovasculares y la ingesta y nivel de vitamina E en nuestro organismo. De este modo, «ingestas menores de 5 mg por día se asocia con riesgo (más de 65%) de enfermedades cardiovasculares en personas sin un riesgo particular de desarrollo de enfermedades cardíacas, en comparación con ingestas de 8 mg por día».
El «Standing Committee on the Scientific Evaluation of Dietary Reference, 2000» sugiere que el riesgo de enfermedades vasculares es inferior cuando existe una concentración óptima de antioxidantes plasmáticas, como la vitamina C, la vitamina E o la vitamina A presentes por ejemplo en zumos de naranja, uva o zanahoria.
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