Casi dos mil millones de personas de los países en desarrollo -una tercera parte de la población mundial- carecen de acceso a la electricidad. Los principales recursos energéticos a disposición de millones de familias rurales siguen siendo la leña, los residuos agrícolas, la fuerza humana y los animales de tiro. Es fundamental encontrar otras fuentes de energía, a la vez económicas e inocuas para el medio ambiente, con el fin de incrementar la productividad agrícola y mejorar la calidad de vida de las comunidades rurales. Una nueva publicación de la FAO, titulada «Energía solar fotovoltaica para la agricultura y desarrollo rural sostenibles», indica que los sistemas fotovoltaicos de energía solar pueden ofrecer parte de la solución. Encontrar el nicho correcto El informe explica que los sistemas fotovoltaicos siguen siendo relativamente costosos y, por lo tanto, no constituyen «una panacea para resolver todos los problemas de pobreza rural», si bien entrañan muchas posibilidades de proporcionar ciertas aplicaciones específicas de extrema importancia. «Los sistemas de energía solar, además de la energía eólica y otras aplicaciones de energía renovable, son la única solución técnicamente viable para suministrar la energía necesaria a las comunidades rurales aisladas», afirma Gustavo Best, Coordinador Principal de Energía de la FAO. «Pequeñas cantidades de energía pueden representar una gran diferencia al mejorar la vida rural, incrementar la productividad agrícola y crear nuevas oportunidades de ganar ingresos». Actualmente la energía solar se usa más que nada para iluminación, radio y televisión en el ámbito doméstico. Al ampliarse el horario en que se disfruta de luz, hay más tiempo para realizar actividades productivas. Esto ha beneficiado en especial a las mujeres y los niños, que pasan más tiempo en casa. La extensión de la iluminación permite a las mujeres llevar a cabo actividades como la costura, la elaboración de cestas y de artesanías, y a los niños seguir estudiando cuando ya ha oscurecido.
FAO NOTAS