En este sentido, los agentes que comercializan mayores volúmenes y que disponen de una oferta de productos más amplia obtienen menores márgenes netos (en términos relativos), que son compensados con los beneficios obtenidos por la venta de otras variedades de pimiento con mayor volumen comercializado o con la venta de otros productos.
Por otra parte, los costes acumulados a lo largo de toda la cadena suponen en torno al 81% del precio final en la cadena de valor tradicional y el 82% en la cadena moderna. En este aspecto, la producción es la etapa que mayor peso tiene en el precio final del pimiento.
Tanto en la cadena tradicional como en la moderna destaca el impacto que tiene sobre el precio final el coste de confección, debido fundamentalmente a la baja mecanización de la actividad por la sensibilidad a los golpes y abrasiones que presenta el pimiento.
Además, los distintos formatos de envases utilizados en la confección también influyen en el precio final del producto, a pesar de que el envasado no parece ser una prioridad para el consumidor, ya que el 85% del pimiento que se consume se compra a granel.
Por último, el departamento que dirige Elena Espinosa consideró que existen una serie de oportunidades para el desarrollo de este sector, como la reducción de los costes unitarios de producción mediante la mejora tecnológica de los invernaderos y la mecanización del cultivo.
El Ministerio también señaló la conveniencia de mejorar las técnicas de manipulación y clasificación del pimiento directamente en el campo para minimizar las mermas y el coste de la manipulación en la central hortofrutícola.
Europa Press