Nota de la FAO
Hay extraños entre nosotros, ocultos a plena vista. En nuestras ciudades, en nuestra casa, incluso en nuestro refrigerador.
Algunos están presentes desde hace años, otros tienen poco tiempo de haber llegado.
Por ejemplo las papas: es un trasplante de un extraño en Europa, venido del nuevo mundo, que hoy es un alimento básico de millones de personas. Mundano sin duda alguna, pero de todas formas, un extraño.
El maíz, el café, los tomates, el azúcar de caña, los pavos, las vacas, las ovejas… todos ellos se han llevado de un lugar y se producen en otras partes. Hoy en día, todos estos extraños comestibles son comunes. Ya ni siquiera los consideramos extraños, pero lo son.
La siguiente oleada
Hoy en día, la colonización de nuestros supermercados y la mesa de casa por obra de extraños, avanza.
La última oleada −con aletas, la piel lustrosa y los ojos saltones− se parece más a los extraterrestres de la ciencia ficción que la parda papa: son los pescados.
Existen buenas razones para que los productores decidan criar especies exóticas de peces, moluscos y crustáceos: a menudo ofrecen considerables beneficios, porque crecen más rápidamente y son más grandes, más resistentes y fáciles de producir, además de que obtienen más ingresos en el mercado.
Hace 15 años la tilapia africana era una rareza fuera de su ambiente natural, hoy es un pescado muy popular que se produce en todo el mundo y se encuentra en los supermercados desde Kansas hasta Estocolmo.
En algunas partes de Asia, donde se cría abundantemente, la tilapia proporciona importantes y abundantes beneficios económicos y de seguridad alimentaria a la población urbana pobre. «No sólo es un pescado que gusta a todos, sino que cualquiera lo puede criar fácilmente, con pocas repercusiones negativas para el medio ambiente que se hayan demostrado −explica Devin Bartley, del Departamento de Pesca de la FAO−. En Asia se consume localmente y se exporta.»
En Chile, a mediados del decenio de 1980, los acuicultores introdujeron el salmón del Pacífico y el del Atlántico; hoy tienen una industria próspera de salmón. Chile es el primer productor mundial de salmón de cría, con un valor de 680 millones de dólares EE.UU. al año.
No todos los extraños son amables
Pero las especies exóticas de peces no siempre funcionan en su nuevo hábitat de la misma manera que en su lugar de origen: a veces producen graves consecuencias. A pesar de las ganancias económicas que se obtienen de la introducción de algunas especies, otras han producido enormes pérdidas o han causado daños generalizados al medio ambiente.
Se atribuye a la voraz percha del Nilo, introducida en el lago Victoria en el decenio de 1950, la extinción de varios cientos de especies autóctonas. (Al mismo tiempo es la principal fuente de ingresos de las comunidades situadas a orillas del lago, cuyas exportaciones a Europa rondan los 170 millones de euros al año).
El caracol dorado, llevado a las Filipinas y a otros países de Asia en el decenio de 1980, es otro caso análogo. Este caracol, fácil de criar y de reproducción acelerada, tiene un gran contenido de proteínas y parecía un complemento alimenticio ideal para la población rural pobre, así como un posible producto de exportación. Sin embargo, los caracoles no fueron del agrado de los consumidores y huyeron hacia los arrozales, donde se convirtieron en una peligrosa plaga que devora miles de hectáreas de arroz recién brotado.
Las nuevas especies de peces también pueden introducir nuevas enfermedades, contra las cuales las especies autóctonas no tienen resistencia. La industria del camarón en la Provincia de Taiwán de China casi desapareció a principios de los años 90 por este fenómeno.
Hay otros casos de especies exóticas que modifican los hábitats adonde llegan, compiten con las especies locales o se nutren de ellas, o se cruzan con sus parientes, lo que produce una forma de contaminación genética.
Una herramienta para la introducción responsable de especies
En el decenio de 1980, cuando se hizo más frecuente la introducción de especies de peces llevadas desde lugares lejanos a nuevos hábitats para la piscicultura, la FAO comenzó a seguir estos desplazamientos.
Durante mucho tiempo la FAO sólo dio seguimiento a las especies de peces continentales, unas 1 300 en total. Pero conforme siguió creciendo el interés mundial en el pescado, con el aumento de la demanda neta y la demanda de una mayor diversidad de productos pesqueros, comenzaron a criarse más especies y la FAO empezó a recopilar información de las especies marinas y de otras especies distintas del pescado.
La Organización presentó recientemente una versión ampliada de su base de datos, que incluye entradas de todos los géneros que se producen a través de la acuicultura. La base de datos contiene actualmente más de 5 000 registros de introducciones de varios cientos de especies. Esta ampliación de la base de datos se financió en gran medida con recursos del presupuesto ordinario de la FAO y del proyecto FishCode, pero también recibió un vital apoyo de los Países Bajos a través del Programa de Cooperación FAO/Gobierno de los Países Bajos.
La base de datos se ofrece también en CD-Rom, con una biblioteca virtual de informes y estudios de la FAO, así como el texto de los principales instrumentos internacionales relacionados con el transporte y la introducción de especies acuáticas.
Sobre la introducción de todas las especies, la base de datos proporciona información del lugar y fecha de la primera introducción, quién la realizó y por qué motivos, y las repercusiones, negativas o positivas. La información se complementa con enlaces de referencias de ulterior información.
«El objetivo es crear conciencia de los beneficios y los riesgos de introducir una determinada especie en alguna zona específica, así como los reglamentos internacionales que gobiernan esas introducciones, a fin de no cometer errores y tomar decisiones acertadas y legales −explica Bartley−. La introducción de especies no se debe llevar a cabo sin un análisis preventivo previo de los riesgos y beneficios. El propósito de este CD-ROM es ofrecer un instrumento que permita hacer este análisis.
FAO