FAO: ‘Acceso desigual a los recursos naturales’

En Etiopía, los hogares encabezados por mujeres figuran entre los más pobres

Más que ningún otro grupo, los hogares encabezados por mujeres en la región meridional etíope de Tigray -una de las más pobres del mundo- tienen un acceso limitado a los recursos agrícolas y forestales que son clave para sus medios de subsistencia.

«Los hogares encabezados por mujeres, que constituyen alrededor del 30 por ciento de la población de esta región, se encuentran entre los más pobres», según Patricia Howard, investigadora de la Universidad de Wageningen.

En un estudio presentado recientemente en la sede de la FAO (*) tras cuatro meses de trabajo de campo en el Tigray meridional, Howard subraya ‘la enorme relación entre extrema pobreza y hogares encabezados por mujeres’. El estudio fue realizado de forma conjunta a un proyecto de la FAO financiado por Bélgica, destinado a la mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición.

«Pertenecer a un hogar encabezado por una mujer en las altiplanicies de Etiopía significa tener un 35 por ciento de posibilidades de ser pobre, frente a tan solo un 8 por ciento en los hogares liderados por un varón», se indica en el informe.

«Las mujeres al frente de la familia con frecuencia no poseen la propiedad de la tierra, y cuando la tienen, el 70 por ciento se ve obligada a arrendarlas, perdiendo así cerca del 50 por ciento de la cosecha, ya que no poseen la suficiente mano de obra o animales de labranza para cultivarlas directamente».

Tampoco tienen acceso a los recursos vegetales. En una región gravemente afectada por la erosión del suelo, la deforestación y el sobrepastoreo, este acceso se ha ido deteriorando no solo por un factor cultural que lleva a la discriminación de género, sino también debido a medidas inadecuadas. Entre ellas figuran el vallado de los terrenos comunitarios de pastoreo y forestales, las limitaciones a su uso o la plantación de un único de tipo de especies, según el estudio.

Los expertos también indican otros prejuicios culturales que perjudican a las mujeres, como el alto índice de divorcios -en Tigray la media de duración de un matrimonio es de 7,5 años- lo que lleva a la fragmentación de las explotaciones agrícolas.

«Crear una nueva familia, divorciarse para casarse con otra mujer con más tierra, y tener hijos con más de una mujer representan medios, especialmente para los hombres, de tener acceso a tierra suplementaria». El estudio revela que la media de hijos para una mujer de Tigray es de 6,8.

Mientras reconoce que los hogares encabezados por mujeres están apoyados con ayuda alimentaria y programas de «comida por trabajo», el informe lamenta que, a pesar de la igualdad formal de género, «apenas se presta atención a las necesidades específicas de las mujeres, al tiempo que éstas son excluidas social y económicamente».

«Parece que la dinámica del desarrollo en el altiplano no solo margina, sino que crea continuamente estos hogares extremadamente pobres, como si fueran un factor estructural derivado de una determinada política económica, como el desempleo o la inflación».

Las intervenciones de desarrollo deberían centrarse en la realidad de los hogares dirigidos por mujeres. Según el estudio, se necesitan con urgencia actividades que generen ingresos, huertos familiares e iniciativas dirigidas a obtener leña, la principal fuente de energía.

El proyecto de seguridad alimentaria de la FAO

En este contexto, el proyecto de la FAO, con el apoyo del Survival Fund de Bélgica, ha ejecutado desde 2001 una serie de intervenciones sobre la seguridad alimentaria y los problemas de nutrición en los campos de agricultura, salud, educación, agua y saneamiento.

Los hogares encabezados por mujeres concentran el 80 por ciento de todos los casos de malnutrición en el área del proyecto, que abarca zonas rurales desfavorecidas en el norte de Shoa y el Sur de Tigray.

“El objetivo es reforzar el acceso de las mujeres a activos como la tierra, los recursos hídricos, capacitación, acceso a la tecnología y también mejorar su salud, su dieta, y por último su status social”, explica el experto de la FAO Karen Callens.

Entre las iniciativas más exitosas, Callens destaca la producción de frutas y hortalizas, “una novedad en comunidades en las que menos del 6 por ciento de las familias cultivan hortalizas”. También la producción de cultivos comerciales, como ajo y especias, “han demostrado ser una forma viable de generar ingresos, en especial para las familias sin tierra y los pequeños campesinos que carecen de bueyes para labrar”.

Otras iniciativas incluyen la plantación de árboles para leña en pastizales comunales degradados y la introducción de hornillos de bajo consumo energético.

Bélgica ya ha se ha comprometido a destinar cerca de 3,6 millones de dólares EE.UU. para el mismo proyecto en el período 2006-2008.

(*) El estudio fue presentado en un seminario organizado por la Dirección de Género y Población de la FAO, con la colaboración del Programa de la FAO de Apoyo a los Modos de Vida Sostenible

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