FAO: Cultivar el huerto y la mente

Las calles de Villa El Salvador no están completamente pavimentadas. Casi no tienen acera y hay basura por todas partes en las calles arenosas. Es una comunidad pobre y seca con una población aproximada de 330 000 personas. Creció a las afueras de Lima formada por inmigrantes de las zonas rurales que acudían a la capital en busca de trabajo. Villa El Salvador ahora se extiende a más de 20 kilómetros fuera de la ciudad.

En una de sus calles arenosas está la escuela de la Divina Misericordia, para estudiantes discapacitados. Desde fuera parece una escuela cualquiera, con su alta reja que impide entrar al visitante no deseado. Por dentro, los niños corretean entre las filas de lechuga, remolacha, zanahoria y brócoli, riendo y abrazando a sus maestros. La emoción es palpable conforme cosechan su pequeño huerto, iniciado hace menos de un año.

La paciencia es la clave

«Comenzamos formando las camas» explica Ramiro Ramos, un estudiante sordo de 21 años de edad, del taller de carpintería. Sus manos se mueven con velocidad mientras su maestro traduce el lenguaje de señas. «Luego cavamos hoyos para las semillas y las sembramos con un poquito de fertilizante. Poco a poco comenzaron a crecer las plantas ¡y ahora ya están listas para ser comidas!»

Los más chicos observan con atención lo que hacen los maestros y los imitan. Los mayores, que tienen más confianza, trabajan rápidamente y con gran dedicación. En menos de una hora ya están todas las hortalizas expuestas en una mesa.

José Valente, estudiante discapacitado de 17 años de edad, saca una resplandeciente lechuga de la tierra y explica: «Veníamos todos los días a regar las plantas. ¡Ha sido muy emocionante verlas ir saliendo de la tierra!»

El proyecto del huerto escolar está patrocinado por TeleFood, la campaña de la FAO para crear conciencia del hambre que hay en el mundo y recaudar fondos para proyectos pequeños para combatirla. TeleFood proporciona fondos, semillas, aperos y capacitación. El Instituto Nacional de Investigación Agraria del Ministerio de Agricultura (INIA) proporciona el apoyo técnico para ejecutar el proyecto, y tecnología de riego.

Cuatro escuelas y dos asociaciones agropecuarias de Villa El Salvador son los beneficiarios del proyecto. En este árido panorama, es difícil imaginar que pudiera crecer cualquier cosa.

«Sólo había arena cuando llegamos» explica Auristela Reynoso, representante del INIA. «Primero hubo que limpiar todo, luego trajimos la tierra. Instalamos nuestro sistema de riego ¡y ahora incluso nosotros mismos estamos asombrados por los resultados!»

Actividad útil para todos

Elvira Pacherres, directora de la escuela, observa la primera cosecha con satisfacción. «Les encanta» afirma. «Unos aprenden más rápidamente que otros, pero todos están fascinados con el huerto. La horticultura ahora forma parte del programa de estudios y a estos niños les sirve de terapia. Les demuestra lo fácil que es obtener alimentos cuando hace falta, y los hace responsables. Estos niños a menudo están marginados por sus familias. Sus padres los consideran una carga. Aquí aprenden a contribuir al hogar. ¡Algunos también están cultivando pequeños huertos en sus casas!»

Toda la escuela participó desde el principio. La directora, los maestros, los alumnos e incluso algunos de los padres ayudaron a construir el huerto comenzando de cero. El INIA supervisó el proyecto y proporcionó ayuda cuando hizo falta. Llamaban todos los días para ver cómo marchaban las actividades.

La primera cosecha se está distribuyendo entre los estudiantes, pero una parte de la siguiente se venderá para comprar más semillas. La escuela está buscando financiación para cultivar otra parcela que está desaprovechada. En cooperación con el INIA y la FAO, la escuela también está preparando un manual para mejorar la nutrición gracias a los huertos, con la esperanza de convencer a más escuelas de formar sus propios huertos y, con suerte, transformar el árido panorama de Villa El Salvador en un paisaje verde.

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