Remitido por FAO:
En un documento presentado en la XIX sesión de la reunión de su Comité de Agricultura (13-16 de abril), la FAO recuerda que alrededor de dos mil millones de personas, que en su mayoría viven en las zonas rurales de los países en desarrollo, carecen todavía de electricidad o de otros servicios modernos de energía.
El incremento en el uso de la bioenergía redundaría en beneficio de la diversificación de las actividades agrícolas y silvícolas, de la seguridad alimentaria, y del desarrollo sostenible, explica el documento,
La bioenergía se obtiene a partir de biocombustibles (combustibles sólidos, biogás, combustibles líquidos como el bioalcohol etílico y el biodiésel) procedentes de cultivos tales como la caña de azúcar, la remolacha, el maíz, y plantas herbáceas energéticas o de la madera, el carbón vegetal, los desechos agrícolas y productos derivados, los residuos forestales, el estiércol y otros.
La biomasa reduce el costo total de las importaciones
La biomasa es una fuente de energía disponible localmente y capaz de generar calor y electricidad. Contribuye además a sustituir los combustibles fósiles importados y a reforzar la seguridad energética nacional, reduciendo el costo total de las importaciones de productos petrolíferos y mitigando la pobreza.
La FAO ayuda a sus países miembros en los esfuerzos para transformar la biomasa en energía y fijar programas y estrategias nacionales. «Es necesario ordenar adecuadamente la producción y el uso de los biocombustibles para facilitar servicios de energía a las personas más pobres de las zonas rurales. Se beneficiarán así la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible», explica el experto de la FAO Gustavo Best.
En Africa sub-sahariana, donde más del 90 por ciento de la población rural vive sin tener acceso a la electricidad, el recurso a la bioenergía con sus dos componentes principales, dendroenergía y agroenergía, repercutiría significativamente en mejorar las condiciones de vida.
Inversiones y empleo
Incrementar el uso de la biomasa para producir energía beneficiaría el desarrollo económico, especialmente en las zonas rurales, ya que suscitaría en las pequeñas y medianas empresas el interés por invertir en las nuevas oportunidades presentadas por la producción, la preparación, el transporte, el comercio y el uso de biocombustibles.
El uso de la biomasa para producir energía genera también ingresos y empleos para los campesinos. «Efectivamente, la producción de bioelectricidad tiene un potencial de creación de empleo superior al de cualquier otra opción de energía renovable. Puede multiplicar la creación de empleos directos con respecto a los generados por la producción de electricidad usando fuentes convencionales de energía y con menores costes de inversión por cada nuevo empleo», dice el informe.
Los gobiernos y el sector privado de los países desarrollados muestran interés creciente por aumentar el uso de biocombustibles derivados de la biomasa agrícola y forestal. Los combustibles biológicos líquidos han ganado importancia, sobre todo en el sector del transporte.
Hipótesis para Estados Unidos y la Unión Europea
Las hipótesis relativas a Estados Unidos y la Unión Europea indican que «la sustitución de hasta un 13 por ciento de combustibles derivados del petróleo con combustibles líquidos (bioalcohol etílico y biodiesel) parecería un objetivo factible a corto plazo teniendo en cuenta los terrenos cultivables disponibles», dice la FAO.
El petróleo representa más del 35 por ciento del consumo comercial total de energía primaria en el mundo. El carbón se sitúa en segundo lugar con el 23 por ciento y el gas natural en tercero con el 21 por ciento. Estos combustibles fósiles son las principales fuentes de las emisiones de gases de efecto invernadero que causan el recalentamiento mundial y en consecuencia el cambio climático, subraya el informe.
Los biocombustibles, de los cuales la leña y el carbón vegetal ocupan la cuota más relevante, representan alrededor del 10 por ciento del consumo de energía primaria en el mundo.
Por cuanto se refiere al siglo actual, el informe pronostica un cambio significativo en la economía que podría pasar de la basada en los combustibles fósiles a la centrada en la bioenergía. De este cambio se beneficiarían no solamente los campesinos más pobres sino el entero planeta ya que los biocombustibles contribuyen a mitigar los efectos del cambio climático.
20 años de experiencia
La FAO tiene más de 20 años de experiencia en diversos aspectos del desarrollo de la bioenergía y ha dado asistencia técnica a países miembros para la formulación y ejecución de políticas, estrategias, programas y proyectos de bioenergía. Desempeña una activa función en la elaboración y difusión de información sobre producción, comercio y utilización de la bioenergía, informa el documento.
La importancia cada vez mayor de la bioenergía podría producir considerables repercusiones en los precios de los productos básicos, la sostenibilidad en los puntos de producción e incluso en la seguridad alimentaria. El documento toma en consideración que la escala de la producción y utilización de la bioenergía necesitará de un foro como la FAO, con su experiencia interdisciplinaria en las diferentes esferas de la agricultura, la silvicultura y la economía, para facilitar la cooperación internacional.
Tomando en cuenta lo dicho, el documento afirma que el tema debería recibir más atención, para lo cual sugiere enfoques técnicos e institucionales.
FAO