FAO: El amianto y dos plaguicidas peligrosos podrían añadirse a la lista de vigilancia del comercio

La reunión de esta semana sobre el Convenio de Rotterdam para la aplicación del procedimiento de consentimiento fundamentado previo aplicable a ciertos plaguicidas y productos químicos peligrosos objeto de comercio internacional decidirá si todas las formas de amianto y dos plaguicidas peligrosos entrarán en la lista internacional de productos químicos que no pueden exportarse a menos que el país importador dé su consentimiento explícito.
En 2001, el Comité Transitorio de Revisión de los Productos Químicos (ICRC) recomendó que cinco de las restantes formas de amianto (amosita, actinolita, anthofilita, tremolita y crisolita), fueran incluidas en el procedimiento transitorio de consentimiento fundamentado previo o lista CFP (una de ellas, la crocidolita, lo está ya).

El comité ha abordado la revisión del amianto gracias a las prohibiciones en la Unión Europea, Australia y Chile. La convención pone en marcha una revisión cuando dos países de diferentes regiones prohiben o limitan en gran manera el uso de un producto químico.

La décima sesión del Comité Intergubernamental de Negociación (INC 10), que se celebrará del 17 al 21 de noviembre, estudiará si acepta o no la recomendación de los expertos técnicos y científicos del ICRC.

El próximo año, cuando la Convención entre en vigor, los gobiernos tendrán que trasladar formalmente el amianto y todas las substancias incluidas recientemente de la lista del consentimiento fundamentado previo transitorio y voluntario a la del Convenio jurídicamente vinculante.

El amianto, aún en uso

Entre los atractivos principales del amianto se encuentran su elevada fuerza tensora, su consistencia fibrosa, la resistencia al calor y la inercia química. Hace años se utilizaba mucho para aislar edificios y materiales especiales, pero numerosos países dejaron de emplearlo cuando se supo que sus fibras diminutas, inhaladas por los trabajadores y habitantes de las casas, se depositaban en los pulmones y provocaban cáncer, otras enfermedades y numerosos fallecimientos.

El amianto se sigue utilizando para cierres, juntas, ensamblajes, frenos, armamentos, y otros usos, si bien cada vez hay más substitutivos rentables para la mayor parte de sus aplicaciones.

Revisión de otros plaguicidas muy peligrosos

Durante la reunión se analizará también el plaguicida DNOC, empleado como insecticida, herbicida y fungicida. El DNOC es altamente tóxico para los seres humanos y representa un grave peligro para otros organismos.

El proceso de revisión comenzó tras su prohibición en Perú y la Unión Europea. Muy usado hace tiempo, el DNOC y sus sales (como la sal amónica, la sal potásica y la sal de sodio) han sido indicadas para inclusión en el procedimiento de Consentimiento fundamentado previo.

El tercer grupo de substancias sometidas a estudio son plaguicidas gravemente peligrosos en las condiciones en que son utilizados en los países en desarrollo.

La lista de Consentimiento Fundamentado Previo podría aplicarse a los compuestos en polvo que contengan una mezcla de plaguicidas: benomilo (7 por ciento o más), carbofurán (10 por ciento o más) y tiram (15 por ciento o más). Se ha descubierto que estos compuestos han sido la causa de graves problemas en las zonas de cultivo de cacahuetes en Senegal. Un estudio epidemiológico daba cuenta de 22 casos de envenenamiento, entre los cuales cinco fallecimientos. Loss 22 casos mostraban tres o más síntomas de envenenamiento provocado por los plaguicidas.

Acerca del Convenio

Firmada en 1998 bajo el patrocinio del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Convenio de Rotterdam se propone ayudar a los gobiernos, sobre todo a los del mundo en desarrollo, a evitar accidentes de origen químico y la contaminación.

En la actualidad, cuando hay más de 70.000 productos químicos disponibles en el mercado y 1.500 nuevos productos que se introducen cada año, muchos gobiernos encuentran extremadamente difícil controlar y manejar estas substancias potencialmente peligrosas.

Su objetivo es proteger a millones de agricultores, trabajadores, consumidores, además del medio ambiente, de los productos químicos peligrosos. Una de sus mayores preocupaciones es el hecho de que muchas substancias que están prohibidas o severamente limitadas en los países industrializados se sigan comercializando y empleando en las naciones en desarrollo.

El Convenio facilita a las naciones un mecanismo para que tomen decisiones fundamentadas sobre la importación futura de productos químicos y para que los países exportadores respeten la decisión de los estados importadores.

El medio para conseguir su propósito es dar a los países las herramientas y la información necesaria para identificar los productos químicos potencialmente peligrosos y para excluir aquellos que no puedan manejar con seguridad. En los casos en que el comercio esté permitido, los requisitos de etiquetado e información sobre los efectos potenciales en la salud y el medio ambiente fomentarán el empleo seguro de las substancias químicas.

El Convenio promueve la asistencia técnica a los países en desarrollo. Es vital para el éxito del sistema que todos los países desarrollen una infraestructura y una capacidad satisfactorias para emplear con seguridad productos químicos y plaguicidas.

El Convenio abarca una primera lista de 22 plaguicidas y cinco productos químicos industriales, entre los cuales aldrín, DDT, dieldrín, HCH, lindano, compuestos de mercurio, bifenilos policlorinados (PCB) y otros.

Desde septiembre de 1998 han entrado a formar parte del procedimiento transitorio de Consentimiento Fundamentado Previo otros cinco plaguicidas: binapacrilo, toxafeno, óxido de etileno, cloruro de etileno y monocrotofos.

FAO

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