Durante los años 90 el número de personas hambrientas ha disminuido a un ritmo aproximado de seis millones cada año, dice la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Con este promedio, harían falta 60 años para reducir a 400 millones el número de de personas hambrientas en el mundo, objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996, que se propuso alcanzar esta meta no más tarde del año 2015. En su Informe anual sobre El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo la FAO recalca: "está claro que ha habido un retroceso en la reducción del número de personas subnutridas en el mundo".
Según el informe, para alcanzar el objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de reducir a la mitad el número de personas hambrientas en los países en desarrollo, no más tarde del año 2015, la disminución anual necesaria ya no son 20 millones sino 22 millones, una cifra mucho más alta que la actual.
Los últimos cálculos de la FAO indican que en el bienio 1997-99 había en el mundo 815 millones de personas hambrientas: 777 millones en los países en desarrollo, 27 millones en los países en vías de transición a las economías de mercado y 11 millones en los países industrializados.
Hartwig de Haen, Subdirector de la FAO para el Departamento Económico y Social recuerda: "La FAO está muy preocupada porque la malnutrición entre los niños podría empeorar debido a diversos factores, entre ellos las adversas perspectivas económicas y el VIH/SIDA. Creemos que al menos 180 millones de menores de 10 años forman parte de los 777 millones de personas subnutridas crónicamente en el mundo en desarrollo". Haen pronunció estas palabras durante el briefing de presentación del "Estado de la Inseguridad Alimentaria en el mundo 2001" (SOFI 2001).
El descenso global del número de personas subnutridas en los países en desarrollo esconde tendencias contrapuestas en diversos países, dice el informe. "Solo el 32% de los 99 países analizados registró un descenso de la cifra de personas subnutridas entre 1990-92 y 1997-99". En esos 32 países, 116 millones de personas abandonaron la franja de los subnutridos. Pero el número no bajó e incluso aumentó en los otros países en desarrollo. El aumento total fue 77 millones de personas.
Explica el informe: "Debido a que en el primer grupo se contabilizan algunos grandes países como China, Indonesia y Tailandia en Asia, Nigeria en Africa y Brasil en América Latina, la reducción total conseguida superó el aumento total en el segundo grupo, compuesto por un mayor número de países. De ahí la neta reducción de 39 millones".
Entre los países en desarrollo analizados por el informe, emergen dos situaciones extremas. China, un país que ha alcanzado en la pasada década un crecimiento agrícola y económico sorprendente, ha reducido el hambre de 76 millones de personas. Por otra parte, la República Democrática del Congo, un país potencialmente muy rico, experimentó un crecimiento de 17 millones de personas con carencias alimentarias entre 1990-92 y 1997-99, de una población total de 48 millones en el último período analizado.
Sin embargo, observa el informe, "A pesar de los buenos resultados obtenidos por China, el país cuenta todavía con el mayor número de personas subnutridas después de la India".
"El considerable aumento en la disponibilidad de alimentos conseguida por los países en vías de desarrollo ha reducido a más de la mitad el porcentaje de personas hambrientas en la población total pasando del 37% de finales de los años 60 al 17% a finales de la década de los 90", prosigue el informe. Sin embargo, el descenso no ha sido suficiente para reducir a la mitad la cifra actual de personas subnutridas en el mundo en desarrollo, calculada en 956 millones (entre 1969 y 1971) y que en la actualidad alcanza los 777 millones (entre 1997 y 99), según el promedio de la FAO relativo a los últimos tres años.
Si la producción mundial de alimentos debe seguir creciendo para conseguir el objetivo de la Cumbre, dice el documento, "un crecimiento menor de la producción sería suficiente si éste estuviera acompañado de un acceso a los alimentos más equitativo. Esto se podría lograr mediante la redistribución de los alimentos en sí mismos, o de los medios para producirlos, o del poder económico necesario para poder comprarlos, a aquellos que hoy se encuentran en los peldaños más bajos de la escalera del acceso a los alimentos". Desgraciadamente, la experiencia de los últimos treinta años no muestra un descenso significativo en la desigualdad del acceso en la mayoría de los países.
El informe recalca que los países que han conseguido los mejores resultados en términos de reducción de la subnutrición han llevado a cabo inversiones significativamente más elevadas que los demás en el sector de la productividad y de la agricultura. Aunque dependen principalmente de la agricultura como principal medio de vida para las personas más pobres, los países que obtuvieron peores resultados no fueron capaces de impedir un descenso en el capital social por obrero agrícola durante los años 90. A esto hubo que añadir un dramático descenso en el flujo de ayuda exterior a su agricultura.
En un capítulo dedicado a la acción contra la subnutrición y la pobreza, la FAO invita a un doble enfoque que podría abrir un largo camino en la reducción del hambre: la acción pública inmediata, directa e indirecta, en favor de las personas hambrientas que complemente la inversión en desarrollo agrícola y rural. Los ejemplos citados para el primer enfoque incluyen la ayuda alimentaria a aquellos que más lo necesitan y el acceso a agua potable segura. De los ejemplos del segundo forman parte la inversión en la investigación y el desarrollo de variedades de cultivo productivas, su adecuada distribucción y el establecimiento de sistemas de pesca mejores, más seguros y de mayor calidad, sobre todo en Africa.
El informe subraya que para reducir el hambre "no existe una receta única". Lo que cada país necesita hacer dependerá de sus circunstancias nacionales específicas. A menos de tres semanas de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después, De Haen afirma: "Efectivamente sería muy apropiado que todos los países fijasen sus propios objetivos nacionales para reducir a la mitad, antes del 2015, el número de personas hambrientas".
FAO